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"También los niños sois misioneros"

21 de Octubre del 2016 - José Fuentes y García Borja (Oviedo)

Así empecé el "buenas noches", tras el fuego de campamento del día dedicado al apostolado de los niños/as, citando algunos de sus nombres y señalando hacia el exterior y hacia el cielo, todos atentos: "Hoy un recuerdo de 1945, tenía 12 años, y por lo que me dolió, nunca olvidaré; acababa de leer en el periódico que la primera bomba atómica estalló en la mañana del día anterior, 6 de agosto, a las ocho y cuarto. Entonces allí, en el Japón, estaba el misionero jesuita P. Arrupe, en un pueblo cercano, Nagatsuka; rodeado de sus novicios, vecinos y chavales como vosotros y con sus propios ojos, vieron el gigantesco hongo de tan horrible estallido y hecatombe desgracia. ¡Todos a una se arrodillaron y mirando al cielo lloraron... '¡Señor, ten piedad de nosotros, de tantos muertos y de los asesinos que han tirado esa bomba!'... Terminaron la oración y el P. Arrupe, rápido, dijo muy firme: 'Haremos de esta casa un hospital', y todos, jesuitas, novicios, escolares y otros niños con permiso de sus padres y con algunos de ellos también se pusieron a ayudar a los heridos, como Jesucristo el padre repitió su mandato: 'Id de dos en dos hacia donde Dios os guíe, traed la comida que os den y encontréis'; aquellos valientes, mayores y pequeños, recogían a los heridos y el P. Arrupe los atendía con su sabiduría médica...". (Y volviéndome a los acampados dije: "¿Veis qué bueno es aprender los primeros auxilios y practicarlos aquí?"). El P. Arrupe y los profesores se preguntaron: "¿Adónde vamos por medicinas para los heridos por la radiación?, ¿dónde están?...". Visitan farmacias y médicos... Sí, la búsqueda tuvo fruto: un boticario tenía 15 kilogramos de ácido bórico, que salvó la vida de miles de enfermos. (Y mirando a los chicos dije: "Recordemos a Jesús, que nos dice: 'Buscad y hallaréis'). El padre y demás jesuitas llevaron a los cristianos la sagrada comunión y sacramentos, y a los no cristianos, su presencia, dando consuelo y ánimos.

Durante tan angustiosos días todos revivieron su entrega a Dios y al prójimo, y decían: "Señor, nunca renunciaré a mi misión de estar junto a ti viéndote presente en los pobres, heridos, enfermos...". Y así como haríamos nosotros, los novicios y escolares llevaron a los niños más pequeños libros con muchos dibujos: "La vida de Jesús", "de los primeros cristianos" y "de santos/as".

Aquel día habíamos revivido uno de nuestros compromisos a "tónicas de vida cristiana", "ser testigos de Cristo y de su Evangelio" en todo lugar y tiempo. Y terminé: "Tenemos en la Iglesia un día, ¡el domingo!, dedicado a los pobres de las misiones. El ejemplo del P. Arrupe y de los que le ayudaron nos pide que seamos valientes y generosos aquí como ellos lo fueron allí; si así queremos hacer, ¡manos a la obra de la Iglesia! Y ahora aquí, en la capilla ante el sagrario y un breve silencio, se lo decimos a Jesús: '¡Buenas noches, Señor!', y nos vamos a descansar. Era una noche llena de estrellas".

José Fuentes y García Borja, canónigo de la Catedral

Oviedo

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