El país funciona
Ahora que parece que llega a su fin el tiempo de esta nación sin gobierno conviene hacer un repaso. Durante este largo año de gobernación provisional hay un hecho indiscutible que por mucho que la clase política de toda laya y sus medios de persuasión se empeñen sigue siendo la terca e inevitable realidad, y es que el país ha seguido funcionando.
Sí, estimados leyentes, la no siempre bien estimada función pública, a pesar de sus defectos ancestrales y la disminución de sus medios materiales y humanos, ha sostenido durante este año que se cobren las pensiones, que los semáforos regulen, que los cirujanos operen, que los profesores pongan exámenes sorpresa, que se cobre el IVA de los paraguas, que se abran los museos o que la Policía detenga a chorizos y yihaidistas. Así es, frente a la ojeriza irracional de algunos hacia el funcionario tipo queda esta prueba irrebatible. Nos hemos ahorrado, de paso, el sonrojo de comprobar cómo un presidente electo se postra ante el amo mientras recibe instrucciones precisas de las tuercas que debe apretar para que al universo financiero le vaya mejor.
La política se inventó para proteger a la plebe de los abusos del poder, o al menos para regularlos. Ese colchón ya está caduco, aplastado, lleno de ácaros y ronchas de meadas. Es necesario renovarlo o, llegado el caso, aspirar a la inteligente idea de sacarlo de en medio. El cielo no se toma por asalto, ni rezando. Se llega a él cuando comprendes a Dios. Sea.
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