Juventud
Cuando ya llegas a ciertas edades y echas la vista a todo lo que te rodea detenidamente a veces me siento ilusionado, por lo que leemos en nuestro periódico LA NUEVA ESPAÑA sobre nuestros jóvenes, sobre esa generación que viene pisando fuerte, con muchas ganas, con muchas ilusiones y esperanzas para la vida, pero un grupo cada día más numeroso no deja de inquietarme, este grupo de jóvenes cada día más radicales y cada día más fanáticos y más violentos, que van surgiendo en los deportes, en las calles, en las redes sociales y en las universidades.
No voy a decir que en mi juventud no había gente de estas maneras, pero pongamos por el ejemplo en el deporte, hoy en día miles de jóvenes fanáticos se reúnen por ejemplo en un campo de fútbol, y no para disfrutar, sino para insultar, pelearse, y agredir a otras personas que sólo quieren disfrutar del deporte, fútbol, baloncesto, el deporte que queramos. Hablamos también, cómo no, de la Universidad Complutense de Madrid, donde un grupo de jóvenes, enmascarados y con violencia, impiden una charla de Felipe González, y sin olvidarnos de las redes sociales, tan usadas hoy para acosar, insultar e intentar influir en las opiniones de los demás. Qué es lo que pasa con este grupo de jóvenes tan radicales y que cada día aparecen más y más, tienen en su poder toda la información, internet, periódicos, televisión, libros, información por todos los sitios, y cada día son más cerrados de mentes.
Planteándote alguna cuestión con alguno de ellos, te das cuenta de que a cada minuto de la conversación se van acalorando más y más, y elevando el tono de voz, como queriendo imponer su criterio, gritando cada vez más alto, muchas de las veces, consigues que razonen un instante y se paren a pensar en la opinión que ellos tienen sobre ese tema, el problema gordo surge cuando empiezan a acercársele más de sus compañeros, entonces ya puedes dar por finalizada la conversación, pues la cosa se empieza a radicalizar. No se dan cuenta de que la violencia siempre genera violencia. ¿Qué les sucede?, ¿en qué nos hemos equivocado los padres?, ¿darles todo lo que pedían?, ¿no saber decir no a tiempo?, ¿poner freno a sus imposiciones?... Como decía un viejo profesor mío, una torta a tiempo vale más que una carrera de 4 años, pues te enseña educación y respeto. Doy gracias a que la inmensa mayoría de nuestros jóvenes, no son como estos, y son la realidad y la esperanza de un futuro para todos.
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