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28 de Octubre del 2016 - José Luis Cano Riesgo (Oviedo)

El espíritu de Ulpiano y Piedad sigue vivo en mí, dimos a la sepultura su cuerpo mortal, pero su alma ya había emprendido el camino hasta la Casa del Padre. Siguen estando con nosotros porque el recuerdo de sus personas forma parte de nuestro mundo interior, nos siguen acompañando y nos negamos a llenar el vacío que nos dejó su marcha.

También ellos se llevaron nuestro cariño, nuestro agradecimiento y nuestra admiración, eran constructores de paz que disfrutaban de la compañía de personas de buena voluntad y cultivaban los valores que caracterizan a los hombres de bien sin pensar en futuras faltas de lealtad.

Cuando les recuerdo tengo la sensación de que mis padres no se han ido del todo, que están cerca de mí aunque no les pueda ver con estos ojos nuestros hechos para mirar las cosas materiales. Sin embargo, yo los veo con el corazón. Aunque no los puedo tocar con las manos, pero los puedo sentir cuando busco en mi interior la huella de su paso por mi vida, cuando miro con los ojos del alma.

No os habéis ido del todo, Ulpiano y Piedad, porque aún resuenan en mis oídos las palabras de amigo de mi padre, aún recuerdo la voz de mi madre, aún vibra en nuestro alrededor vuestras palabras educadas y amables y aún sigo admirando vuestra lealtad y sacrificio hasta lo indecible por el bien de vuestros hijos.

En el fondo de mi ser, en ese lugar en que reside el criterio para discernir entre el bien y el mal anida la certeza de que fuisteis buenos y creo que estaréis disfrutando en el más allá del lugar merecido.

Ruego al Señor como creyente que cuando se apague la luz de nuestras vidas los que tanto os quisimos podamos reunirnos con Ulpiano y Piedad en la Casa del Padre.

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