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Haití, mon amour

31 de Octubre del 2016 - Celso Peyroux

Para quienes hemos vivido en carne viva las desgracias de Haití, al año del terremoto de 2010 que asoló el país caribeño, esta nueva tragedia natural nos deja una imagen desoladora. Al animal enfermo todo se le vuelven pulgas y es que, aun sin recuperarse del “gudu-gudu”, término que emplean los lugareños a las sacudidas de la tierra, el temible huracán de días pasados ha puesto la puntilla en una tierra que nació desgraciada.

Como cooperante-voluntario de Mensajeros de la Paz, junto al padre Ángel, conocí un país en ruinas donde la vida de un ser humano vale menos que la de un insecto. Enviado a Fonds-Parisien, a veinte kilómetros de la frontera con Dominicana, me encontré con una tragedia a la que tuve que poner sangre fría, voluntad, tantas manos como los tentáculos de un pulpo, paciencia y esperanza. Así y todo, a punto estuve de fracasar en el intento de ayudar a aquellas gentes: profesor de cursillos para maestros nacionales (sólo tenían el Bachiller), conductor de vehículos, albañil, cabrero, hortelano, enfermero, entrenador de fútbol… Lo di todo y a cambio regresé a Teverga con siete kilos menos en el cuerpo pero con el alma henchida de luz, gozo y sabiduría.

Meses después de aquella rica experiencia nació el libro “Haití, mon amour” (Crónicas de esperanza sin convencimiento) prologado por el director del "Diario Jaén", Juan Espejo, que me había acompañado en el viaje. Recitales poéticos, venta de libros, solicitudes de ayuda a varios ayuntamientos y al final, 3.000 euros que sirvieron para montar una biblioteca con dos ordenadores. El primer proyecto, “Morir en el río”, era la construcción de un dique para evitar el desbordamiento del arroyo Morne (en todas las crecidas se llevaba alguna vida) pero no se pudieron recaudar los 15.000 dólares del total del presupuesto.

Hoy, precisamente hoy, Día de la Hispanidad, llegó al fin, después de varios días de silencio y un nudo en la garganta, la respuesta deseada a varios EMs enviados a las gentes de la isla con quienes colaboro. Este es el texto íntegro donde se palpa el dolor y se oyen voces solicitando ayuda:

“Querido Celso, gracias por acordarte de este pueblo tan sufriente y maltratado por las catástrofes naturales. La situación ha sido dura, ha habido inundaciones de las casas, muertes de gentes, animales desaparecidos, pérdidas de las cosechas, los vientos se llevaron los techos, los caminos cortados y pare de sufrir. Ahora como estamos en tiempo de elecciones intentamos que nos den los recursos para lo de la rivera y no hemos conseguido mucho, pero allí vamos.

Subtítulo: Tras las sacudidas de la tierra, el huracán

Destacado: Falto de agua, medicinas y víveres, los habitantes del país caribeño pasan por un momento crítico

El Puente de Agahaya se inundó y no podíamos pasar ni para la escuela. A la escuela no le pasó nada gracias a Dios porque le hicimos un trabajo el año pasado para evitar esto, sólo cayeron unos árboles pero nada más.

Nosotros seguimos acompañando esta realidad y pedimos al Dios de la Vida que nos dé luces para poder continuar. Gracias por tu cercanía y preocupación, te mando fotos del paso del huracán. Gracias de verdad por acompañarnos, eso se valora y nos da ánimo. Mesi Empil!!! (Muchas gracias, en criollo).

Te queremos y te necesitamos. Carmen Alicia Figuera. Comunidad de Fonds Parisiens (Haití). 12 de octubre de 2016".

A mi regreso, hace de esto cuatro años, dejaba un país hundido en la miseria con imágenes en la retina que aún no he podido ni quiero borrar: un hombre con la cabeza abierta a machetazos por una botella de agua; un niño que se me murió en los brazos por el cólera; una mujer pariendo sobre un montón de basura; los gritos de los enfermos encerrados en un hospital psiquiátrico como si fueran bestias, hambre, sed y alegría al mismo tiempo, propia de un pueblo que lleva la danza en el alma… y cooperantes del mundo entero ayudando a los necesitados.

La Repiblik d’Ayiti, en su lengua vernácula, fue un hermoso país destrozado a lo largo de los tiempos, por el hombre y los elementos y, más que nunca, necesitan la ayuda de todos.

Aquí, en el día de la fiesta nacional, me permito solicitar a los hombres y mujeres de buena voluntad una ayuda que haré llegar lo antes posible. No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita. El ingreso en: CCC 2048 0000 25 3400116194. Mesi Empil. Muchas gracias.

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