"Los niños somos felices cuando perdonamos y somos perdonados"
A estas alegrías de buenos cristianos llegasteis en el Tema o “Tónica de vida cristiana”: “Conversión y reconciliación” –quinto día en el campamento. Por la mañana recordamos a la pecadora arrepentida llorando a los pies de Jesús, el Señor, que le dijo “Yo tampoco te condeno, vete en paz”; y también “nos perdona a nosotros como también nosotros perdonamos a los demás”, en ese momento vi que Pepín y Miguel dieron la mano a Pelayo, Aser y Jarím, nuevos en el equipo (1974). “Chicos, me alegro que estéis de acuerdo y seáis amigos; recordad siempre la voz de Jesús, suave y enérgica, cuando dice a María Magdalena: “Te son perdonados tus pecados porque amasteis mucho”. Lo mejor que habéis tenido hoy son los compromisos que hicisteis en las reuniones-revisiones de las 14 comunidades a la sombra de vuestros chopo “Robusta” que cuidáis desde el primer día. A vuestros educadores y los dos consiliarios nos emociona oír vuestras voces explicando eso compromisos en la santa misa de esta tarde: Uno, “seguiré ayudando en casa”; dos, madrugaré como aquí para hacer la cama y barrer mi habitación; tres, ayudaré y alegraré con los cantos del campamento a mi hermano mayor; cuarto, “me llevaré mejor con mi hermana, de 7 años, y la apoyaré para que la dejen ir al turno de niñas”; cinco, “repasar las lecciones, ya en pijama, antes de acostarme, rezar al Señor, a Santa María, a mi Santo Ángel y difuntos”... “porque lección dormida, lección sabida”... ¡Enhorabuena! ¡Qué atentos y silenciosos estuvisteis en el “examen de conciencia –técnica personal de hoy– sobre nuestros comportamientos en todas partes: casa, clases, recreos, estudios, con la familia, a solas, por la calle; y uno “que no le gustaba la crítica” y que un día en la calle con educación dijo a unas señoras: “Señoras, ¿qué sacan de criticar?, ¿de qué les vale?, ¿quién gana? y añadió: “No vean lo feas que se ponen sus caras”, y yo te pregunté, “Enrique, ¿qué te dijeron?”, tu respuesta fue: “Nada, porque no se lo esperaban de un 'neno' como yo, de 11 años y bajito”. Luego os examinasteis sobre los otros mancamientos, las bienaventuranzas, obras de misericordia.
Y como todos los años, aprovechasteis este día para confesar con los dos consiliarios y los tres párrocos de estos pueblos, don Juan (Sena de Luna), don Fernando (Abelgas) y don Pedro (San Emiliano). Al terminar añadisteis a la Penitencia vuestros “propósitos y obras buenas”: buenas notas, ayudar a los atrasados, mejorar mi trato en casa con alegría y paz, crecer en la pureza, limosnas de mis frutas y medios bocadillos y dulces que regalan. Todos ya leímos el Evangelio de Encuentros de Jesús con Zaqueo (años después Zaqueo fue el cuarto obispo de Jerusalén).
Con emoción comulgamos y nos llenamos de paz, alegría y luz. Terminé: “Y ahora todos en silencio un momento de oración y un beso al Niño Jesús del Sagrario”. Al salir luna llena nacía en Oriente: parecía la moneda de oro del amor de Dios que nos envía para darla a sus pobres y sus niños.
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