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La trampa de internet y la enseñanza urgente

8 de Diciembre del 2009 - Ana Isabel Barajas Ocaña (Oviedo)

Un personaje europeo cuyo cargo no recuerdo ahora ha dicho que los profesores, entre los que me encuentro, tenemos que ganarnos la autoridad en las clases. Voy a intentar explicar cómo los profesores hemos perdido autoridad por algunas causas muy ajenas a nuestra voluntad. Un alumno de primer curso de ESO me rebate un dato sobre la existencia de glaciares en la península Ibérica por algo que leyó en internet. Lo más probable es que leyera (quizá sí o quizá no) de pasada algo que tenía que ver de cerca o de lejos con los glaciares. El hecho es que se atrevió a rebatirme. El dato no viene en su libro de texto, pero yo estoy acostumbrada a ilustrar los temas con otros datos que pueden resultar impactantes para los alumnos, llamar su atención. Es un recurso útil y frecuente que siempre hemos usado los profesores que no nos dedicamos a cantar el libro y mandar ejercicios. Muchos alumnos me han dicho que mis comentarios son la sal de mis clases e incluso lo que recuerdan después, al paso de los años. Pues bien, se me acabó este sistema que tan buenos resultados me ha dado, pues en sus tiernas mentes reina un ordenador continuamente funcionando en su habitación, donde, de pasada y sin ningún rigor, se dedican a navegar. Los datos que salen en la pantalla pasan a ser la única verdad para ellos. Sus padres se lo han comprado, y además es moderno. Ahí está la trampa en que muchas tiernas mentes han caído. Puede parecer exagerado, pero en muchas familias nadie ha cuestionado cómo utilizar las nuevas tecnologías. En España se han aceptado sin más, incluso con gran entusiasmo. Solamente cuando aparecen problemas por el mal uso (pederastias, acoso, etcétera) alguien da la voz de alarma. Sin embargo, el asunto es más complejo y merecería estudiarse. Además, el ordenador omnipresente está sustituyendo a otras actividades, por ejemplo el deporte o las salidas a la naturaleza. Yo doy clase de geografía a alumnos que no han paseado por nuestra magnífica naturaleza asturiana, sin embargo han visto la Tierra en Google Earth, pero no saben interpretar lo que ven. Yo quisiera interpretarles muchas de esas imágenes pero tengo la dificultad de que ni tenemos suficientes ordenadores que incluyan ese programa en los centros educativos, ni valoran las autoridades educativas que invirtamos tiempo y esfuerzo en ello, ni siquiera tenemos un ordenador portátil para el uso escolar, cosa que tienen otros profesores de muchas comunidades autónomas españolas. A cambio, les dan ordenadores a los niños de Primaria. Me pongo a temblar porque falta un componente más: es que un niño o niña que en su casa esté acostumbrado a reinar y a rebatir todo lo que dicen sus padres y abuelos, en clase hace exactamente lo mismo. No para de hablar intentando modificar o tergiversar lo que dice el profesor o profesora para, generalmente, su propio placer o lucimiento personal. Estos dos fenómenos: mal uso de las nuevas tecnologías y un descaro en el comportamiento fomentado por las familias nos están echando abajo el principio de autoridad de los profesores, que se basa en nuestro saber y nuestra experiencia. Incluso el respeto que intentamos extender entre todos los miembros de la comunidad educativa se está yendo al traste, ya que en una sociedad tan competitiva como la que vivimos para los alumnos es un valor pisar al compañero. También otro valor en alza consiste en hacer el menor caso posible a las exigencias de trabajo de los profesores y medrar haciendo lo mínimo. ¿No es ese el modelo que nos dan algunos políticos? Por el contrario, mis valores han sido siempre el esfuerzo, la autenticidad, la conducta moral, siempre guiadas por una ideología igualitaria. Mi problema es que estos valores no coinciden en nada con la mayoría de los de mis alumnos y sus familias. Las tecnologías, la moda, el ser (o aparentar) más que los demás y el sálvese quien pueda son sus valores. ¿Cómo hacemos compatible esta doble visión? Lo veo muy difícil, pero desde aquí mismo requiero un cursillo donde alguien con autoridad me lo explique. Gracias.

Ana Isabel Barajas Ocaña

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