Desmontando al Rufián
Según la RAE, la primer acepción que define a la palabra Rufián es: "Hombre vil y despreciable que vive del engaño y de la estafa." Esta acepción, le viene como anillo al dedo a Rufián, diputado de ERC en el Congreso. ¿Y porque digo ésto?. Intentaré explicarme.
El adn catalá del que tanto se vanagloria su compañero Tardá, es lo que debe de tener el angelito Gabriel. Ya puede definirse de izquierdas, republicano, con un profundo corazoncíto social, pero sientiéndolo mucho, no me lo creo. Y no me lo creo porque esta lengua de serpiente no alinea muy bien palabras y hechos. El disfraz, no se limita al negro perpetuo de su vestimenta, es un ser oscuro.
El día de la fumata blanca, el del habemus Gobierno, hubo que padecer su discurso; envenenado e hiriente hacia el partido socialista, trufado de juicios de valor y desprecio a un partido que llevó a cabo muchos y diversos derechos sociales para los ciudadanos de este país. Un país, España, donde muchos hombres y mujeres se jugaron su vida por defender la libertad y la democracia en Euskadi y el resto del estado.
Quedó en evidencia su discurso grotesco de tono chulesco, que desbordó la paciencia de Madina, y de muchos otros diputados socialistas y no socialistas, al escuchar su discurso incendiario y vomitivo. Ese discurso hipócrita, vil, despreciable en forma de estafa coincidente con la primera acepción de la palabra Rufián, que la RAE define con acierto. Y es que el Rufián intentó colarnos su moral de izquierdas, social, y de claros principios socialistas.
En Madrid, de severo "Pepito grillo de la izquierda" juzgando al PSOE la polémica abstención a Rajoy. Pero en Barcelona cambia el disfraz, y el Rufián ni se echa las manos a la cabeza, ni se rasga las vestiduras por coaligarse con el partido Demócrata Catalán,-la antigua Convergencia-, representante de la burguesía catalana tradicionalmente, de las empresas, y de la derecha. Y añadiría de la corrupción, del "puyolismo", y de las cuantiosas mordidas a las que se refería hace años Maragall, las famosas del 3 por ciento. El Rufián pasa por alto todas esas sedes embargadas de su socio soberanísta, y ahí ni conciencia social, ni ser de izquierdas ni nada de nada.Ni siquiera traidor, oigan. Allí solo su conciencia social se limita al territorio. Al levantamiento de las fronteras, a la división social, al empecinamiento de esos fantoches patrioteros a los cuales representa. Un vulgar repartidor de carnets, del manual de estilo de lo que a su juicio debe de ser un buen o mal catalán. A la causa independentista vaya.
En Cataluña lo de ser de izquierdas parece que queda en un segundo plano para el Rufián. Y todo su discurso evidencia la hipocresía, la miseria y la estafa política que representa este personaje bufo, eso sí, con su adn catalá.
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