El respeto no tiene edad
El otro día en el metro viví una situación que me dio qué pensar. Estaba bastante vacío y en mi vagón íbamos seis personas, entre ellas un chico joven con un perro y un anciano. En un momento dado, el señor, que ya llevaba un rato mirando al chico con desprecio, le dijo que su perro tenía menos pulgas que él en las rastas, que ya se podía lavar. La verdad que el chico se tomó el ataque bastante bien y simplemente se limitó a reír con sarcasmo y bajar del metro. El hombre se indignó diciendo que encima le faltaba al respeto a un anciano riéndose de él y dejándole con la palabra en la boca, que esto antes no pasaba y que le daría vergüenza que su hijo fuera con pintas de delincuente, con esos pendientes y ese peinado. Vivan la superficialidad y los juicios sin razón. El respeto debería primar en cualquier situación y entre todas las personas. La edad no te concede ninguna licencia para exigirlo sin poner de tu parte, algo que ciertas personas aún tienen que asumir.
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