La dignidad de Cataluña
Nadie lo pone en duda. Es de siempre, pero del pueblo llano, de todas sus gentes, laboriosas y creativas. Y tan cierta como es esa dignidad del pueblo, lo es también la indignidad de sus gobernantes, de ese tripartito (el de la tripa hartita) que ha envenenado el ambiente social y político de la comunidad catalana. Que, en su mayoría, no se siente representada por semejante panda de dirigentes, que sólo se representan a sí mismos y a cuantos voceras que, en las calles, siguen las consignas de los mismos. Y el único objetivo de unos y otros, gobernantes y voceros, no es otro que un enfermizo separatismo, que no parece importar a nuestros gobernantes.
Después de tres años de inexplicable retraso parece ser que por fin el Tribunal Constitucional va a dictar su fallo sobre el ilegal Estatuto catalán, sometido a una gran presión en todos los ámbitos, sobremanera mediáticos. Ahí está el reciente editorial conjunto de doce periódicos catalanes, que son otros tantos estómagos agradecidos al tripartito que buenas perras les está dando por sus campañas antiespañolas y la eliminación del castellano en sus páginas. Hombre, para el 2010 ya se sabe que Montilla y compañía les darán 28 millones de euros, todo un indulto no sólo a las demás comunidades (porque esas perras las da el Gobierno y son del ordeñado currante), sino también a cuantos están sufriendo en sus carnes la crisis.
Todo hace suponer que, con algún engañoso retoque, se dará luz verde a ese anticonstitucional Estatuto, que más que una parida será un aborto, de imprevisibles consecuencias. Por cierto que, hablando de abortos, ahí tenemos ese otro de la señora Aído, como lo es esa ley criminal que permite a las menores abortar libremente, lo cual, unido a la pildorita del día después, se incita y estimula a los adolescentes a un degradante folloneo. Nada, como los irracionales: a aparearse cuando les venga en gana.
Verdadera vergüenza daba el ver a la vicepresidenta de la Vogue y a las madames ministras abrazarse felices y jubilosas, en sus escaños, una vez aprobada la ley asesina. Era como si les hubiera tocado la bonoloto o la primitiva. ¡Qué poca clase y categoría! Ninguna. Claro que, donde no lo hay, no puede salir.
Y la crisis, mientras tanto, llevando a España a la ruina.
Ricardo Luis Arias
Aller
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