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Quítame de ahí esas pajas contaminantes

7 de Noviembre del 2016 - Paco Domínguez (Avilés)

No ha lugar a más apelación. La sentencia contra la gestión de la contaminación dictada por algunos vecinos residentes en las zonas más afectadas de Avilés y comarca absuelve a Belén Fernández. El letrado, inscrito en nómina, da por finiquitada la causa y sus honorarios llevan firma abstencionista. El sondeo sociológico, elevado a categoría científica, habla de un número indeterminado de encuestados, si bien la cifra se cree está muy por debajo de los asistentes a la Última Cena. Fin del episodio contaminante. Aquí, paz gubernativa, y en el cielo avilesino, gloria para doña Belén Fernández, a la sazón, controladora mayor de las estaciones remotas de medición de la calidad del aire.

Suena a chiste ecológico, pero es cierto o, al menos, eso certifica LNE en el pasado día de gozo y asueto. Parece ser que algunos convecinos de quien suscribe redimen los pecados contaminantes actuales en virtud comparativa con los crímenes medioambientales llevados a cabo en las décadas de la abundancia. Abundancia en contaminación, abundancia en horas extra no trabajadas, abundancia en ácido sulfúrico saturado de hierro entregado a la ría de Avilés sin neutralizar y, sobre todo, abundancia en plantilla y déficit productivo que llegó a costarle al erario público más de mil millones de aquellas pesetas. Si bien es cierto que a Ensidesa le tocaba lidiar con el mercado extranjero mientras que Altos Hornos de Vizcaya tenía para sí el más facilón mercado interior. Esto no era corrupción, simplemente ajustes comerciales de la industria y redistribución de la riqueza nacional entre la oligarquía capitalista llevada a cabo por la política franquista. Más o menos como ahora.

Antes y después de la década de los sesenta, Avilés tenía incorporada al casco urbano toda la cabecera siderúrgica productora de arrabio o fundición gris, material del cual, una vez debidamente tratado en la acería y laminado en diversos trenes, se obtenía el producto base para la industria consumidora de acero en sus diversas presentaciones industriales. Parque de carbones y minerales, cinco sínteres, cuatro hornos altos, un grupo de varias baterías de coque y una central térmica, todos ellos metidos en el casco urbano, no pararon durante tres largas décadas de contaminar a la población de Avilés por tierra, mar y aire. Eso es lo que toman algunos vecinos y sus voceros como unidad de contaminación para restar importancia a la desastrosa gestión que el Gobierno socialista del señor Fernández hizo de la alerta por contaminación medioambiental ocurrida las pasadas semanas. ¿Cuándo se pondrá el cuco en hora? Depende, todo depende.

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