Carta para ignorantes
Ahora que por el momento parece sofocado el asuntillo de la insumisión de algunos con respecto a ciertos días festivos con el argumento de que lo de América fue un genocidio que no se debe celebrar y en espera que para Semana Santa, un decir, nos sorprendan con que es una fiesta religiosa o una apología de la tortura, vayan a saber, me animo a agregar algunos matices obvios.
Lo primero que habría que aclarar es que en una sociedad compleja la tasa de festivos hoy en día es una suerte de acuerdos en el que juegan diversos aspectos que no merece aclarar a fondo. A alguien con un coeficiente intelectual corriente y moliente le alcanza para comprender tomarse unos días de vacaciones en Navidad no apuntala a la iglesia católica, se da por hecho que unos loaran a su dios y otros navegarán en la desvergüenza comercial compulsiva, o ambas cosas y que se ha convenido esa fecha porque ya existía, incluso antes del cristianismo, y es tan válida como cualquier otra. No se trata de que cada cual imponga su creencia o superstición, dado que la particularidad de cada credo o región convertiría esto en un disparate. Entiendo que en España no se conmemora ninguna fecha que por reciente pudiera ser susceptible de discrepancia entendible, como por ejemplo el cumpleaños del dictador fascista, se puede decir que el rubro de jornadas escogidas como festivos es razonable dentro del contexto occidental en el que toca estar.
Lo que veo cuando esas vocecillas se alzan, cada vez con más vuelo porque parece molón estar en contra esgrimiendo de paso una argumentación ideológica de andar por casa, es una alarmante falta de lecturas. Sí, queridos míos, convendría que algunos leyerais algo más que las instrucciones de puesta en marcha del Smartphone, así nos evitaríamos escuchar mentecateces de todo a cien.
A mi me daría igual que el festivo lo pusieran el 12 de octubre o el 38 de marzo, no siento henchido ningún órgano latente de patrio amor, si a eso vamos, ni me preocuparía que la otra fecha fuera el cumple de la Moreneta o del árbol de Guernica o del pulpo a la vinagreta, un suponer. Apuntarse a decir que lo que se celebra es un genocidio y una aculturación es un simplismo que casi no merecería respuesta si no fuera porque los sucesivos planes de estudios han convertido a este territorio en un barbecho intelectual y no son pocos los que compran el discurso del primer charlatán que escuchan y creciendo.
Un ejemplo sencillo de entender incluso para ellos: Roma no entró en Hispania o en la Galia a hacer turismo. Pisoteó a los habitantes que se le resistieron, exterminó comunidades enteras, esclavizó a los derrotados y muchos de ellos acabaron sus días sacando a latigazos oro, plata y cobre que enriquecieron a los patricios de la Urbe. Transformó la cultura, el idioma, las tradiciones y las normas de pueblos y regiones enteras. A nadie en su sano juicio se le ocurriría renegar hoy de las lenguas latinas con el argumento de que aquello fue un genocidio y un atropello, cosa que no se niega, por cierto.
Es lamentable, sí, el ser humano no ha hecho otra cosa en su devenir que laminar al prójimo para imponer lo suyo. Como dice Quino a través de Mafalda; desde el arco y la flecha hasta el misil teledirigido es fascinante cómo ha evolucionado la tecnología y lamentable lo poco que han cambiado las intenciones. De manera que, o elegimos las fiestas por sorteo o nos conformamos con lo que hay que es menos costoso. Por cierto, a estos ignorantes profundos convendría que alguien les explicara de una vez el quién es quién de cualquier fiesta patronal, nacional o de guardar, también, a algunos, qué carajo ocurrió en 1714, qué se sustanció entonces y qué no existía ni remotamente. A otros leerles en voz alta que los Mexica no repartían precisamente gominolas a su gente o a los pueblos subyugados de su entorno y que colaboraron con su alzamiento para deshacer el imperio, algo lejos del alcance de las armas de trescientos europeos mal contados. Lo digo porque algunos se leen una novelucha, ven la televisión autonómica y luego les dan ganas de cambiar los Husos horarios para sentirse más diferentes y underground que la madre que los parió. Que mola mazo. O sea.
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