¿Quién pagará nuestras futuras pensiones?
En el plan presupuestario para 2017 enviado recientemente a Bruselas, el Gobierno reconoce que el fondo de reserva de la Seguridad Social (hucha de las pensiones), entrará en negativo en el mes de diciembre del próximo año.
Ciertamente, la viabilidad del sistema de pensiones se presenta cada vez más difícil. Los nuevos jubilados tienen mayor esperanza de vida, pero además los que se incorporan perciben prestaciones mucho más altas que los que fallecen. Es de destacar, asimismo, que el colectivo de trabajadores que tienen que sostener las pensiones ha ido disminuyendo en los últimos años y que los que llegan al mercado laboral lo hacen con empleos más precarios, con salarios a la baja.
A esta pérdida de cotización, como reconoce la Seguridad Social en su "Informe económico-financiero" de 2016, ha contribuido la reducción de empleos. Hay más empleos, sí, pero los trabajadores cotizan sobre bases más bajas debido a las menos horas trabajadas y a la reducción de las nóminas.
Sin ninguna duda el sistema público de pensiones, con los datos actuales y la dinámica que se viene siguiendo en los últimos tiempos, hace que veamos con preocupación la sostenibilidad del sistema. Y, sobre todo, después de que el presidente del Consejo Económico y Social (CES), Marcos Peña, haya declarado: "El envejecimiento no se resuelve corrigiendo una sola fórmula". Señalando, además, como reto "complicado" al que se enfrenta el sistema público, los cambios en el mercado de trabajo, y ha instado a la necesidad de lograr consensos y acuerdos en materia de ingresos y gastos del sistema, y también en su "flexibilidad".
"Tenemos que ser capaces de gestionar, ha añadido Marcos Peña, esta nueva realidad como es que uno de cada dos puestos de trabajo puede desaparecer, ya que parece ser que la robótica hace que donde antes trabajaban 50 personas ahora sean suficientes 15".
Pero aunque la realidad es muy tozuda, nadie en política habla claro sobre la situación de las pensiones y de que el sistema actual es insostenible, lo es ahora y lo será mucho más dentro de pocos años. Se sabe de esto desde hace tiempo, pero nadie ha hecho nada para solucionarlo. Las ideas, elucubraciones y disparates que se sueltan a la sociedad son muchos y variados, pero ninguno sirve de remedio.
Sabido es que el sistema público de pensiones es un plan fundamental del Estado social y democrático en nuestro país. Y es por esto que nuestra Constitución exige a los poderes públicos que a los ciudadanos de la tercera edad se les garantice la suficiencia económica mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas. Sin embargo, garantizar las futuras pensiones exige también introducir ciertos cambios para que el sistema sea capaz de enfrentarse al reto que supone financiarse teniendo en cuenta el envejecimiento de la población, así como una mayor esperanza de vida. Esa reforma pasa por limitar, asimismo, las prejubilaciones.
Si no se afronta con agilidad y criterios sólidos este problema, que puede llegar a ser muy grave, pensamos que difícilmente se podrá sostener el sistema actual por mucho tiempo.
Como ya se dispone de Gobierno en firme, el colectivo de pensionistas precisa de soluciones rápidas y, sobre todo, dignas.
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