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Una bomba de relojería

18 de Noviembre del 2016 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Se ha colocado en la Casa Blanca del país más poderoso del mundo, como resultado de unas elecciones que no han podido ser más disparatadas y preocupantes, y que van a tener una repercusión tremenda, peligrosísima, a nivel mundial. Que el pueblo norteamericano está de acuerdo con este resultado electoral queda demostrado en las multitudinarias manifestaciones que, a diario y por calles y ciudades, contra Donald Trump, que es esa bomba de relojería. Lo es, sí, pero sus no menos disparatadas declaraciones mitinescas que auguran una presidencia demencial. Y posiblemente breve, si no cambia el rollo y se ciñe a los principios básicos del Tío Sam. Que se mire en el espejo de Nixon.

Hillary Clinton era la que tenía que estar hoy en la Casa Blanca, por ser la candidata idónea, la más preparada, la que podía gobernar con mesura, acertadamente y siguiendo la trayectoria de los buenos presidentes que la precedían y que han hecho historia de la mejor gobernabilidad, y no este mentecato populista que lo único que conoce y sabe es contar perras por millones. Nada más. Y buena la ha armado, a nivel internacional, con su ridículo y cacareado populismo, que celebran y hacen suyo aquí, en Europa, los cofrades de ese movimiento social –¿no será antisocial?–, que, curiosamente, comparten la extrema izquierda y la extrema derecha. Sí, en Francia, por ejemplo, tenemos a Le Pen, y aquí, en Celtiberia, a Pablo Iglesias, que se quiere cargar esta debilucha legislatura con toda su poderosa artillería radical y bolivariana. Creo que Rajoy tiene que ir haciendo las maletas, si el PSOE no se recompone y se sitúa en el importante lugar que le corresponde, por su historia y su democrática trayectoria en la política carpetovetónica.

Sí, ese sarampión populista que aquí se estaba incubando, lo empuja y desmadra ahora Trump, que quiere expulsar, creo, que a unos tres millones de inmigrantes y levantar su prometido muro en la frontera con México, que será otro muro de ignominia y de vergüenza. ¿Está también de acuerdo y lo respalda el señor Iglesias, como hace con el populismo? Y en realidad, ¿qué es el populismo? Aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, lo han definido magistralmente personas relevantes y versadas en la materia, como don Jacobo Blanco, decano de Sociólogos y Politólogos: “Los populistas cuentan mentiras, y se trata de hacer creer en el poder del pueblo frente a la casta”. El presidente Trump es pues un falsario y un demagogo. Y una bomba de relojería cuya explosión populista, si se llega a producir, su onda expansiva nos puede llegar a todos. Confiemos que los buenos artificieros políticos que tiene el Tío Sam sepan desactivarla y que el nuevo inquilino de la Casa Blanca no la ensucie con sus estupideces y chorradas. Y que el millonario gobierne bien y responsablemente, para todo su pueblo y todas sus gentes.

Sí, el populismo es un sarampión, contagioso, que nos puede traer consecuencias imprevisibles.

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