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La tonada y más y más

29 de Noviembre del 2016 - Fernando González Alonso (Oviedo)

Si la cultura se dice que nace del pueblo también nace la tonada, es una cultura más, pero también se dice: pólvora, dinero y cultura no sirven para cualquiera. Como todo es cultura, es más complicada la llamada callejera que la de escuela, porque pueden contártela mal y entenderla peor todavía. Sigamos con la de la tonada, que es más pequeñina.

Naciera cuando naciera, es la que está ahí. Dicho muy común: como fulano no nacerá otro, y como yo, tampoco, decía sin duda. Tiene dos vertientes, tampoco nacerá como el mejor ni como el peor. Así lo dice la huella de la mano.

Aquí en Oviedo existió un concurso llamado "Rumbo a la gloria", que terminó en 1964. En aquel concurso se participaba en todos los modelos de cante y música, quizá lo menos apreciado era la canción asturiana. El acordeón, que parecía que hablaba, la armónica muy de moda, logrando las músicas más importantes, el violín tocando el tan respetado "Sitio de Zaragoza", que inundaba el teatro de aplausos.

Entre los doce participantes, los domingos por la mañana en el teatro Filarmónica, había dos de tonada, en todo lo demás, en hombres y mujeres, cantando por todos los estilos, que parecía que escuchabas el disco. El baile asturiano era otra forma de moverse. En cuanto a la gaita, que había un gaiteru en cada pueblu y en cada barrio de Oviedo que tocaba la gaita el día de la fiesta del pueblo, no como ahora, claro, que golía a cucho. Sólo había uno que la tocaba todo el día y alguien le preguntaba si la tocaba de noche. Así decía: "No, de noche no la toco, pero sigo oyéndola lo mismo".

Pues la gaita se puso de moda no sólo en Asturias. De muchos años acá, el gaitero no tiene que pensar qué agujero tiene que tapar.

Y siguiendo con el concurso, tampoco olvidamos a los locutores y presentadores, Emilio López Tamargo y Menchu Álvarez del Valle. Caso curioso en el concurso, Menchu bromea con una participante, a continuación dice que, por orden del jurado, la participante queda descalificada, y el público dice "¡fuera, fuera!", teniendo Menchu que retirarse. La próxima semana sale Menchu, y el público, "¡fuera, fuera!". A continuación, sale el director del mismo, José León Delestal, y, con su carácter respetuoso, su carisma paralelo a su lenguaje, convence al público, saliendo Menchu al escenario.

Las entradas se agotaban días antes, ahora sobran en todos los concursos. Conservar lo mismo cuesta. Por aquellas fechas, y después, existió un programa de discos dedicados en Radio Asturias, de tres a cinco de la tarde.

Decían así: "Para fulano de tal y mengana de cual, en su primera comunión, tal canción". Las voces más escuchadas, entre tantas, eran la reina de la copla, Concha Márquez Piquer, con "La niña de Puerta Oscura"; Marifé de Triana, con "María de la O"; Juanito Valderrama, con "La primera comunión" y más Antonio Molina, con "El agua del avellano", pues más de uno estaba escuchando a ver cuándo cantaba Molina.

Para escuchar una tonada, escuchabas cincuenta de las otras. En tonada era José González, El Presi, con "El xilguerín parleru", pero no se consideraba como lo más clásico, aunque muy respetado, así como Laudelino Alonso, con "Pincheme con una espina", una voz muy respetada y bien timbrada. Todos estos cantantes, que sonaron tantos años, incluida la tonada, las segundas partes, aun siendo mejores, nunca tuvieron el éxito como las primeras. Todo tiene su época.

También hacemos referencia al 25º Concurso "Ciudad de Oviedo", sin entrar en detalles, adelante con él. Para terminar, pequeñas metáforas: saber hablar, difícil; escuchar, más. Era una vez el burro que demostró no saber hablar, pero sí escuchar. Al hombre-y dicen que si monta encima del burro, para que ande, hay que da-y palos y decir arre. El hombre monta encima del burro y dando-y palos, decía so. El burro no sabía por dónde venían los tiros, no andaba. Alguien y-dice: Si quieres que ande, dices arre; dice arre y el burro echa a andar. El burro no sabía hablar, pero sí escuchar. El hombre no supo escuchar ni hablar. Las palabras son como las herramientas de trabajo, hay que saber emplearlas. Ojalá supiéramos todos.

Por esta línea, el poeta es mampostero del lenguaje. Claro, claro.

Atentamente

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