Cabacheros
Estas fechas próximas al final del año para mí siempre son desencadenantes de recuerdos y nostalgias que a veces unen y otras separaran etapas de la vida.
Cuando uno es joven, no cuenta los años porque vive sumido en la inconsciencia de vivir para siempre, no importa lo que queda por hacer, lo que queda por escribir, lo que queda por decir o lo que queda por amar. Tenemos la sensación de que todo es recuperable porque todo va estar ahí eternamente.
Nuestra memoria joven es corta. Pero a medida que los años nos van haciendo más frágiles nuestra memoria aumenta y uno va sintiendo la necesidad de ordenar, lo que vivió, lo que escribió, lo que pensó,. Quizá porque en estas fechas nos vamos dando cuenta de que todo se puede quebrar en cualquier momento al hacer recuento de los que no están.
Con estos pensamientos me acerque a la fosa de Cabacheros en Felechosa para comprobar lo mal enterrada y contada que está una parte de nuestra historia. Gentes que habían defendido la legalidad del mejor modelo de Estado para los trabajadores la II Republica, y a los que ningún Dios reivindicó ni a los que nadie importó excepto a padres, hijos o familiares que intentaban comprender la barbarie que significo su desaparición a través de algunas reliquias guardadas con mucho cariño y misterio durante tantos años en un viejo aparador.
Gentes con una vida sencilla entre las manos, y las ansias de vivir y entender el mundo lo mismo que nosotros ahora.
Han permanecido enterrados en la cuneta de una carretera mas de setenta años contemplando como el trafico hacia San Isidro en aquellos domingos del desarrollismo franquista y ahora en la democracia era masivo y sólo venía a perturbar las caricias que algún árbol esparcía sobre su recuerdo.
Mientras los políticos elaboran leyes absurdas y determinan lo caro que resulta rescatar a un dominguero en San Isidro, miles de hombres y mujeres permanecen en la tapia de los cementerios, al lado de algún convento, en los pozos mineros, al lado de colegios, debajo de los árboles a la espera de que alguien se decida normalizar esta situación.
Muchos dirán que ha pasado mucho tiempo, el mismo que ha pasado para los nazis y en Alemania se esta celebrando el juicio contra John Demjanjuk, ex guarda de las SS.
Esta en juego la conciencia y el poner en orden nuestra memoria y no es tarde para recordar. No se trata de otra cruzada, ni de avivar viejas rencillas sino de simplemente de vivir en un mundo con la tranquilidad de que un niño o niña jugando no se encuentre con la fría calavera o los huesos doloridos de seres humanos victimas de la barbarie de cualquier tipo de guerra.
Cientos de fosas comunes en esta comunidad esperan que se proceda de la misma forma que en Felechosa. A la espera están Boo, Cabo Peñas, Cabrales, Cangas de Narcea, Cabruñana, Gijón, Grado, Luarca, Lugones, Mieres, Pola de Laviana, Pola de Lena, Pravia, Sevares, Teverga, Turón, Verdicio, Villaviciosa.
Es obvio que el miedo implantado por el franquismo al final de la guerra impidió cualquier tipo de actuación, pero uno se pregunta como después de mas de treinta años de democracia y del paso de varios gobiernos contándonos las excelencias de este sistema y las ventajas de ser europeos, de una iglesia tan preocupada por el aborto y el derecho a la vida, por una justicia que se supone pilar fundamental del Estado de derecho no se pueda producir el encuentro con nuestra verdadera historia.
Los ritos casi siempre van destinados a los que nos dejaron y se perpetuan a traves de sus descendientes que quizá sea de las pocas cosas que tienen sentido en la vida. Estas fiestas tan contradictorias en las que brindamos por salir de un año quizá lo que en realidad muestran son nuestra fragilidad e inseguridad. Yo brindaré controlando el miedo porque pueda seguir ordenando la memoria mientras pueda y no se repita el pasado de Cabacheros.
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