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El Ayuntamiento de Castropol y los jubilados

30 de Diciembre del 2016 - Antonio Valle Suárez (Castropol)

El pasado sábado 19 de noviembre, en un conocido restaurante de la villa, el Ayuntamiento de Castropol, representado por su Alcalde, con la buena organización de la concejala social, acompañados por varios concejales más del equipo de gobierno, se homenajeó a los dos abuelos mayores del concejo, al tiempo que a todas aquellas personas que cumplen las 3.389 semanas de vida en este 2016; o sea, a los que llegaron a la edad de jubilación. Entre homenajeados, familiares y amigos, nos juntamos más de 200 personas. Abrió el acto el Alcalde, con el aplomo acostumbrado, dando las gracias a todos los asistentes por arropar a los homenajeados. La consejera de Asuntos Sociales del Principado de Asturias, que también nos acompañaba, dedicó unas cariñosas palabras con buenos deseos a los festejados, al tiempo que repasaba los logros sociales en las últimas décadas.

Terminada la comida y metidos ya en tiempos de café y licores, la concejala de Cultura fue nombrando y llamando uno a uno a los homenajeados, dedicándoles unas cariñosas palabras, con recordatorio de su vida y currículum, y haciéndoles entrega, a cada uno, de un bolígrafo y una orla con las fotos rematadas con nombre y domicilio de todos sus compañeros en tan larga singladura.

La organización tuvo la deferencia de rematar el acto concediendo la palabra a uno de los homenajeados, que, previamente, la había solicitado. El representante de los jubilados comenzó dando las gracias al Ayuntamiento por la promoción y organización del acto, así como por la invitación al cubierto (los demás asistentes lo consiguieron al módico precio de 25 euros). En nombre de todos sus compañeros, felicitó a los abuelos y pidió poder llegar todos a tan envidiada edad y de la forma que ellos lo llevaban: con aceptable salud y simpatía. Dijo que quedaban muy agradecidos por el obsequio del Ayuntamiento y que, si lo estimaba la Corporación, se sentirían muy halagados si se repetía la invitación para el próximo año, al cumplir los 66. Hizo una breve alusión y cariñoso recuerdo hacia aquellas personas que debían estar allí y que, como consecuencias del destino que se los había llevado, no podían hacerlo. Manifestó la satisfacción que, de momento, entraña el haber nacido en el primer año de la segunda mitad del pasado siglo, ya que, los nacidos en esa fecha, comenzaron a sentir desde entonces las consecuencias del crecimiento económico, que trajo consigo trabajos mejor remunerados y una permanente y subida en el nivel de vida. En aquellas fechas, manifestó, los jóvenes tenían que escoger entre tres opciones para lo que se dice solucionar su vida: aprender un oficio o quedarse en casa (casería, taller o negocio). Adquirir una pequeña preparación con un Bachillerato y así tener opción a trabajar en una oficina, banco, empresa u opositando a plaza pública. El "summum" era estudiar una carrera, con la que se conseguía una "miel sobre hojuelas", pudiendo ocupar los más altos puestos laborables que diariamente iban surgiendo. Hoy, dijo, está de moda hacer infinidad de másteres, cuantos más y más caros, mejor, pero que, al final, muchas veces sólo sirven para gastarse el escaso dinero y para no encontrar trabajo alguno. Por el contrario, en su juventud, las personas del campo, cuando empezaban a trabajar en jornadas de ocho o diez horas por cuenta ajena en cualquier tipo de empresa, les parecía liviano el trabajo, acostumbrados a hacerlo por más tiempo y con más dureza en su casa haciendo las labores requeridas en aquel sector primario. Pidió también que nuestros hijos y nietos pudiesen tener un final de etapa laboral, después de tantos años de trabajo, siquiera como la nuestra. Para terminar recordando que en nuestra juventud uno de los mejores másteres era "alindar las vacas por el suqueiro" (aludiendo con ello a que el asueto en los jóvenes no es bueno). Remató diciendo que a pesar de pagar un recibo de la luz de los más caros de Europa, teníamos, en cambio, la mejor Seguridad Social del mundo, pidiendo que no empeorase y que nos siguiesen pagando las pensiones.

Al ser la mayoría ya mayores, terminado el acto, nos fuimos a nuestras casas muy contentos y agradecidos por haber sido obsequiados con tan sencillo pero emotivo homenaje, al tiempo que esperamos se cumplan todos nuestros deseos.

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