Rubén: alcalde ejemplar de Aballe
Puso a disposición de todos todo lo que tenía, que no era poco. Admiraba la armonía del arte, apreciaba la belleza de las cosas sencillas y disfrutaba con la unión de las personas. Y así supo crear espacios en común donde nadie lo creía posible, poniendo al servicio de la comunidad, lo que de él dependía, todo lo que estaba en su mano. ¿Qué más se puede pedir? Consiguió aglutinar a su alrededor a un grupo humano que, como él, entendía (y entiende) que otras formas de gestión y convivencia son posibles en los pueblos y que las zonas rurales no caen en el ostracismo y la dejadez per se, sino por la falta de implicación y compromiso de las personas que las integran. Su privilegiada inteligencia le permitía obviar elegantemente lo no constructivo, lo mediocre, para centrar su esfuerzo en aquello que sí merecía la pena. Le afectaban la falta de empatía y los conflictos internos y externos... como a todos. Era una persona buena, íntegra en sus convicciones, que detestaba (y detectaba) la doble moral y a los lobos disfrazados de corderos. Su claro impulso era servir a los demás a través de la conexión amigable y fructífera del bien común. ¿Qué más se puede pedir? La serenidad y cadencia pausada con que se desenvolvía contrastaban con lo bullicioso de su cabeza, siempre concibiendo proyectos utópicos que resultaban ilusionantes para encaminar a la acción. Hizo de Aballe un pueblo emergente y activo. Para ello conjugó a la perfección lo tradicional, recuperando costumbres centenarias como las sextaferias y las juntas vecinales, y lo novedoso, poniendo en valor la fuerza del asociacionismo cultural a través de la asociación "Collacios de Aballe", de la que fue impulsor y socio fundador y que permitió sacar adelante cursos de cestería, exposiciones fotográficas, Bienal de pintura, Concurso nacional del perro mastín y muchas otras actuaciones que contribuyeron a recuperar y dignificar rincones de nuestro pueblo. ¿Qué más se puede pedir? Siendo uno más, logró poner a disposición de todos tanto como tenía y, también como todos, vivió lo mejor que supo y pudo. ¡Ojalá él lleve consigo lo que necesitaba! Si hay algo más que se pueda pedir es que nosotros, ahora, sepamos, podamos y queramos reconocerle, valorarle y apreciarle. Tu labor ahí está y tu huella continuará estando presente en nuestro recuerdo. Muchas gracias, Rubén, amigo.
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