Correr por el monte
Desde hace unos años esta actividad deportiva está cogiendo mucho auge entre gente de todas las edades. Diversas pruebas deportivas han crecido paralelamente al aumento de esta actividad, desde pequeñas pruebas que rondan los 10 kilómetros hasta ultramaratones de montaña de más de 100 kilómetros de distancia, acumulando miles de metros de desnivel.
Realmente, no estamos hablando de una actividad que esté muy alejada del movimiento natural del ser humano. Hoy en día el sedentarismo de la sociedad nos lleva a ver muchos casos de obesidad y gente que no realiza actividad física, pero si nos remontamos a los orígenes del ser humano sobre la tierra, éste se caracterizaba por recorrer grandes distancias, pues vivían en sociedades nómadas y para cazar recorrían largas extensiones de terreno para acechar y vencer a sus presas. Actualmente, todavía existen algunas sociedades primitivas en África o América, como la tribu de los tarahumara de México, en las que sus miembros son capaces de recorrer grandes distancias en su día a día.
Cuando hablamos de correr por el monte o "trail-running" estamos hablando de una actividad entretenida y divertida, que se puede hacer individual o en grupo y que se hace en el medio natural, lo que implica no sólo conocer sitios nuevos, sino, a su vez, aprender más y tener la posibilidad de ver animales salvajes, recorrer bosques, etcétera. Además, no se necesita mucho equipamiento para correr por el monte y los beneficios para la salud son cuantiosos: mejora del nivel cardiovascular, pérdida de peso, mejora de la autoestima, fortalecimiento muscular...
La aparición de las carreras de montaña ha hecho que resurjan zonas o pueblos que estaban perdiendo población y que gracias a estas carreras se han revitalizado.
En el País Vasco está la mítica prueba Zegama-Aizkorri, una maratón de montaña que en el mes de mayo reúne a los mejores especialistas mundiales del llamado "trail-running". Esto ha hecho que la población de esta localidad haya crecido desde la primera edición de esta carrera y que haya surgido una economía local basada en el turismo de deporte.
Más cerca podríamos poner el ejemplo de Moal, un pequeño pueblo situado en el suroccidente asturiano y que durante un fin de semana se convierte en un hervidero de gente que va a disfrutar de sus caminos y bosques. Las gentes de esta aldea se vuelcan con los corredores y corredoras, ofreciéndoles su hospitalidad y convirtiendo este evento en una auténtica fiesta.
Y qué decir de Arenas de Cabrales, con su ya mítica Travesera, una de las carreras de montaña más duras del mundo, un auténtico reto para todo aquel que se atreva a cruzar los Picos de Europa en una jornada.
Hoy en día casi no hay valle o fiesta que no cuente con su carrera de montaña: Ubiñas, en Tuiza; Alto Aller, en Felechosa; trail de Peña Mayor, en Nava; Valle de Samuño en Ciaño, Quebrapates de Peña Mea, Sobrescobio...
Tenemos los asturianos una tierra maravillosa para disfrutar de ésta y otras actividades en el medio natural, sitios como los Picos de Europa, Somiedo, los bosques de Redes; el parque natural de las Ubiñas o el valle de Santa Bárbara, en San Martín del Rey Aurelio. Son rincones únicos en los que podemos perdernos por sus caminos y disfrutar de nuestro tiempo libre.
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