Oviedo, música y cultura
Oviedo no fue siempre la ciudad triste que nos contó Clarín, sino que en Oviedo se cantaba siempre en los chigres y en todos los patios de la ciudad se oía a las mujeres cantar coplas y canciones mientras hacían sus labores. En Oviedo se inauguró el teatro Filarmónica para dar conciertos de todo tipo, orquestas, cuartetos de cuerda y cantantes conocidos en toda Europa. El "Orfeón Ovetense", formado a principios del pasado siglo, tenía más de cien voces, doy fe, porque mis padres cantaron en él y luego se enamoraron y se casaron. Mis padres, cantándonos a mi hermano y a mí óperas, zarzuelas y algo de música clásica, nos enseñaron a amar la música; cuando escuches ópera o música, me decía mi padre, cierra los ojos de vez en cuando y céntrate en ello, así verás cómo la música te llega al corazón para limpiarlo de todos los males. Mis padres tenían una hucha en la que metían monedas todo el año para sacar dos abonos de la ópera, de arriba, donde no se veía casi, pero sí se escuchaba, e iban todos los años y nos dejaban con los vecinos, doña Paquita, que eran muy amables, hasta que ellos regresaban entusiasmados; al día siguiente nos contaban cómo había sido todo y nos cantaban lo que habían oído, sobre todo, si era de Verdi, porque se lo sabían mejor; de las óperas francesas y alemanas sólo nos tarareaban la música.
Antes de todo esto, se hizo el Campoamor, sobre el cementerio judío, y vinieron músicos, cantantes y teatro de toda España. Después vino la guerra entre hermanos y todo se desmoronó. Pero luego, y para olvidar el gran sufrimiento de esos tres años y pico, volvieron la música y el canto quizá con más brío. Se arregló el Campoamor, siguieron los conciertos del Filarmónica, se creó el Conservatorio con grandes músicos, hermanos San Narciso y Ruiz de la Peña, entre muchos otros, y siguió creciendo la afición a la música hasta tener que poner otro Conservatorio, porque el de la calle Rosal se quedó pequeño y en la plaza arzobispal, en la casa de Torner, se hizo uno que ha seguido trabajando mucho hasta nuestros días.
Todas estas cosas que recuerdo se hacían desde un Ayuntamiento que cobraba muy pocos impuestos y, salvo los trabajadores de las oficinas, no cobraba nadie, desde los alcaldes hasta los concejales, que tenían distintas obligaciones. Dirán ustedes que en los años posteriores a la guerra éramos menos gente, en mi época joven éramos unos sesenta y pico mil ovetenses. Pero, claro, ahora, y en años anteriores, pagamos muchos impuestos y Oviedo tiene muchos bienes, casas, prados, caserías y otras cosas de la gente que no puede pagar las plusvalías y se las queda el Ayuntamiento.
Yo les pido, señores del Ayuntamiento de Oviedo, que no quiten los Premios Líricos (y menos en el día de Santa Cecilia), que hagan muchas reuniones y todo lo que ustedes saben para que nuestro Oviedo, el de todos (derechas, izquierdas, centro) siga siendo, pese a los tiempos malos para todos (pobres y ricos), el Oviedo que reconstruimos entre todos, una ciudad reconocida en toda Europa y bastante en el mundo, por su educación, limpieza, jardines, ese Campo maravilloso, calles, tiendas y, sobre todo, Cultura (lo digo con mayúscula) y también por su gente.
Dolores Navarro Lorenzana
Oviedo
Dolores Navarro Lorenzana
Oviedo
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