Rita Barberá y los suyos
A menudo la realidad es un conjunto de matices. También las lesiones de corazón tienen en su origen una diversidad de factores que en muchos casos pueden ser catastróficamente determinantes por ellos mismos, pero que, asociados entre sí, el riesgo alcanza cotas definitivas: la edad, el exceso de colesterol, la vida sedentaria, los hábitos nocivos: alcoholismo y tabaquismo, la obesidad, etcétera, son causas claras de infarto de miocardio.
En el triste caso de Rita Barberá, ninguno de estos riesgos son tenidos en cuenta como argumento en la hipótesis del deceso, sólo que ha sido maltratada por la prensa y sus adversarios políticos. Maltratada no, mortificada sería el término más absoluto que define la cualidad y calidad de lo expresado por el arrebato de la cofradía. Esta es la España que hemos fabricado entre todos, especialmente por aquellos que tienen el poder en sus manos. Es tan pueril el argumento que, analizadas una por una manifestaciones y gargantas, puede confirmarse el ancestral atraque de arribistas incompetentes a la política española.
La falsedad, el engaño, la mentira y la sobreactuación, reinan en el mundo de la política. A poco que uno siga con agudeza óptica y acústica las noticias y comentarios que emanan del oráculo catódico, se dará cuenta de la pobreza intelectual en la que nos hemos instalado. Indigencia cultivada por políticos y no pocos periodistas. Bajo una terminología pretenciosa el periodista dependiente oculta la vacuidad del mensaje. Toda la literatura política se mueve en torno a la consigna. Instrucción que emana de la cúpula, llega al periodismo servil y de aquí al consumidor adepto, ese que deposita el voto en la urna satisfecho de haber colaborado en la causa de los suyos, aunque los propios le roben la cartera un día sí y otro también.
Pero qué esconden los enemigos de Rita tras ese discurso tan afectado. Pues algo tan sencillo como evitar que la democracia avance por el camino de la razón. Seguir con el saqueo a las clases populares y esa política gatopardista que tan buenos resultados electorales les está dando. Al igual que el Cid en Valencia, Rita sigue desde la otra orilla de la vida siendo utilizada por los suyos para ocultar sus propias miserias.
Y por si fuera poca la afectación política de la visceralidad popular, se suma al reparto Gaspar Llamazares para sentenciar con su aforismo sobre prepolítica y política cuáles han de ser los principios éticos y de buena razón que deben observar sus aliados en el Congreso. Alianza en el Parlamento pero competidores en las urnas o, tal vez, lo que es peor para él, en las listas. Podía expresar su desacuerdo de muchas maneras pero, curiosamente, y no es la primera vez, eligió aquella que mete el dedo en el ojo de Podemos. Alguna vez Llamazares nos dirá cuál es su juego, aunque es fácil imaginárselo. Izquierda abierta a qué, señor Llamazares.
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