El timo de la evalución del desempeño
Como ha ocurrido con otras mercancías averiadas que llegaron de América como solución mágica para algún problema complejo, la evaluación individual del desempeño se implanta ahora en España para mejorar la productividad de los empleados públicos cuando los expertos de la metrópoli consideran desde hace tiempo que se trata de un producto caducado.
Conviene hacer un pequeño ejercicio de memoria para recordar otra verdad incómoda a los valedores autóctonos de este invento fracasado. Cuando en el año 1.993 el entonces vicepresidente americano Al Gore puso en marcha un programa de mejora de la productividad en la Administración Pública de aquél país, denominado Revisión del Desempeño Nacional, basado en la implantación de técnicas de gestión privada, algunos de los principales gurús de la administración de la calidad total ya advertían que las evaluaciones individuales no eran compatibles con los procesos de solución de problemas sistemáticos y que debían descartarse porque los trabajadores percibían la medición del trabajo como un acoso laboral y porque la competencia individual que generaban podía envenenar el clima de cooperación de grupo que se pretendía construir.
Algunos años después, la Administración americana se replanteaba los sistemas de evaluación individual del rendimiento por su ineficacia, en tanto que la Unión Europea ha renunciado definitivamente a adscribirles efectos sobre las retribuciones de sus funcionarios.
Pero también en el ámbito de la empresa privada la utilización de sistemas salariales variables vinculados a la evaluación del rendimiento individual del trabajador se ha demostrado como un mecanismo manifiestamente desincentivador. Un estudio elaborado en el año 2003, bajo el patrocinio de una entidad nada sospechosa de heterodoxia como es la Fundación BBVA, efectuado mediante encuestas a 965 empresas industriales españolas de al menos cincuenta trabajadores, revela que las empresas con salarios fijos de eficiencia, es decir, por encima de los de mercado, tienen trabajadores más motivados y, consecuentemente, mejoran la productividad y la eficiencia, mientras que las que optan por abonar retribuciones variables vinculadas a la medición del rendimiento individual cuentan con trabajadores más desmotivados y que ofrecen un menor esfuerzo voluntario.
A pesar de todo ello, la comunidad autónoma de Asturias ha decidido ser la pionera en la implantación de un sistema experimental de evaluación del desempeño de sus trabajadores , olvidando el consejo clásico de que los experimentos mejor hacerlos con gaseosa, que resucita la odiosa figura del cronometrador taylorista de la cadena de montaje, encarnada ahora en los funcionarios de confianza ( designados a dedo) del poder político, a los que se obliga a medir con una escala del 1 al 4 las actitudes y aptitudes de maestros, educadores, trabajadores sociales y empleados públicos en general. De paso, se instrumenta una poderosa herramienta para amordazar y comprometer la imparcialidad y objetividad de los empleados públicos que tienen que velar, no por el interés del grupo político de turno, sino por el de la sociedad en su conjunto garantizando una gestión objetiva y adecuada a la legalidad de los servicios públicos.
Los resultados de esta primera evaluación no se han hecho esperar: agravios comparativos, malestar en los centros de trabajo por evaluaciones caprichosas y desmotivación. Justo lo contrario de lo que dicen perseguir los introductores del sistema.
Pero esto es sólo el principio. No resulta difícil imaginar las consecuencias de este proceso de medición cuando, en un futuro próximo, influya decisivamente sobre la permanencia en el puesto obtenido por concurso de méritos y sobre el importe del salario percibido.
La suerte de este proceso no debería estar echada. La calidad de los servicios públicos y el respeto a los trabajadores exigen otro trato más digno.
Javier Alvarez Villa, presidente de la Junta Gestora del Conceyu por Otra Función Pública n´Asturies (COFPA) ,
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo