Gobierno necrófilo
La muerte de la senadora imputada por corrupción, Rita Barberá, como consecuencia de un infarto, nos ha devuelto imágenes y declaraciones que en cualquier país democrático de nuestro entorno haría enrojecer de vergüenza a sus ciudadanos, pero vivimos en el país en el que vivimos, gobernados por personajes que han hecho del cinismo sus señas de identidad.
Con frecuencia suelo acudir al diccionario de la Real Academia de la Lengua para procurar ser algo más preciso con mis palabras y no abusar de términos que son fácilmente manipulables, por ello he buscado el término necrofilia (*) para calificar a éste gobierno y al partido popular en su conjunto.
(*) Necrofilia: Afición por la muerte y cuanto se relaciona con ella. La palabra proviene del griego (nekros «cadáver» o «muerto») y (filia; «amor» o «atracción»)
Además el Código Penal Español establece en su artículo 526 que: «El que, faltando al respeto debido a la memoria de los muertos, violare los sepulcros o sepulturas, profanare un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje, destruyere, alterare o dañare será castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses.
La peculiar tendencia a utilizar a los muertos para obtener réditos políticos, por parte de los gobiernos del PP, se ha convertido en una forma de mantenerse en el poder. Lo hicieron con la matanza del 11-M, con los 191 muertos en el peor atentado sufrido en España por los yihadistas y que el Gobierno de Aznar pretendió endosarlo a ETA, para obtener aquellos réditos y que gracias a la movilización popular no lo consiguió. Lo hicieron con el cadáver de Miguel Angel Blanco, desenterrándolo políticamente una y mil veces, hasta conseguir que el concejal asesinado pareciese como si fuese la única victima del terrorismo etarra. Lo hicieron o mejor lo hizo, aquel nefasto ministro de defensa Federico Trillo (que hoy goza de un retiro dorado como embajador en Gran Bretaña, en lugar de estar en la cárcel) con la repugnante manipulación de los cadáveres de los 75 militares muertos en el accidente del Yak-42 para evitar que sus familiares los identificaran. Lo han hecho ahora con el cadáver aún fresco de Rita Barberá, a quien después de echarla del partido, retirarla el saludo, condenarla al ostracismo, eso sí, midiendo bien las palabras los tiempos, no vaya a ser que tire de la manta utilizan su cadáver para lanzarse por tierra, mar y aire contra la oposición política, jueces, fiscales, policías, periodistas, como responsables de la muerte de quien ellos mismos la convirtieron en su apestada política y hoy tras su muerte la reivindican como la mejor alcaldesa que ha tenido éste país, La alcaldesa de España.
Hoy pretenden cambiar las tímidas medidas que el partido Ciudadanos les obligó a tomar para separar a políticos imputados en casos de corrupción. Si a estas alturas diputados, dirigentes y hasta el ministro de Justicia no entienden la diferencia entre responsabilidad política y penal (aunque haya un cadáver de por medio) es porque la necrofilia política es su medio natural.
Las declaraciones en estos días del mayor cínico del reino, Rafael Hernando de Celia Villalobos, Pablo Casado, Rafael Catalá, Juan Cotino quedaran en las hemerotecas para análisis de las futuras generaciones. Ver al ex_ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, huyendo de Rita Barberá para no saludarla y contemplar el patético gesto de la interesada, llamándole la atención para que le devuelva el saludo, resume la vergüenza de un partido y de un gobierno. Lo dicho Gobierno necrófilo.
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