Balmori: sin palabras
Así me quedé yo el día 6 de diciembre cuando después de 100 kilómetros en una tarde muy lluviosa llego a la capilla de Santa Dorotea para escuchar al «Coro de Voces Blancas del Conservatorio Valle del Nalón», del que es integrante mi hija. Era su primer recital de manera exclusiva para ellos, por lo que detrás de éste había muchas horas de ensayo y mucha ilusión. (hablamos de niños entre 11 y 20 años). El problema empieza cuando al inicio del acto se anuncia que las tres últimas filas de la capilla están reservadas para el coro y ya habían sido ocupadas por asistentes. El motivo era que los niños volverían a cantar desde este sitio en compañía de un quinteto de cuerda, es decir, entraba dentro del «espectáculo» que querían mostrar a los presentes.
Mi sorpresa va en aumento cuando una «señora» se debe de sentir ninguneada al tener que abandonar su sitio, y en el exterior comienza a faltar el respeto a los niños, al director y, por consiguiente, a mí, que la estaba oyendo. No contenta con esto, se pone en contacto con unos señores allí presentes, debiendo de contar con una autoridad moral importantísima. Al acabar el acto se les niega a los niños un pincheo que se había concretado previamente; se lo comerían ellos (la «señora» y sus allegados). Sentí vergüenza.
Quiero recalcar que iban gratis, que eran niños ajenos a todo el embrollo y que los patrocinadores eran Cajastur, el Ayuntamiento de Llanes y la Alcaldía de barrio de Balmori.
Un saludo, y a los comensales, espero que les haya aprovechado... sin palabras.
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