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Llamada a la rebelión

3 de Diciembre del 2016 - Luis Javier Fanjul Martínez (Oviedo)

Esta es una carta para empezar una rebelión. Contra los bancos. Sí, contra los bancos, esas entidades con ánimo de lucro que intentan (y consiguen en ocasiones) reírse de nosotros. Por que ya basta con esta situación. Y para comenzar con esta guerra abierta, voy a contar nuestro caso. Mi mujer se dirige a la sucursal que en la calle León y Escosura de Oviedo posee la entidad BBVA, a fin de realizar una transferencia para una compra que habíamos realizado. El personal del banco se niega, atentamente eso sí y en principio, a realizar dicha transferencia, tras preguntar si tiene cuenta con ellos, a lo que contesta que no es cliente. La transferencia era, por supuesto, a favor de una cuenta de dicha entidad. Alegan que debe hacerlo en el cajero externo de la oficina y que en el mismo hay una explicación de la manera en que debe realizarse. Explicación que, por supuesto, no está al alcance de cualquiera, y si no acudan acompañado de una persona mayor e inténtelo, una y mil veces. Mi mujer sigue las instrucciones pero el cajero no funciona debidamente y se traga el dinero y ahí comienza todo. El “diligente” personal de BBVA no le presta atención y se limitan a comentarle que “no sabe utilizar el cajero o que metió los billetes de modo indebido. Y que les deje su teléfono y la llamarán”. Por supuesto el dinero sigue en el interior del cajero y mi mujer se niega a marcharse así, poco menos que por la cara y sin justificante de ingreso alguno. Rete aquí que el muy capacitado e inteligente director de la entidad acaba por ofrecerse para arreglar el desaguisado. Abre el cajero y saca el dinero de mi esposa, alegando que el problema fue que mi mujer introdujo el dinero doblado, cosa que no es cierta, y con gran capacidad de maniobra procede a introducirlo de nuevo en el cajero. ¡Oh sorpresa!, el cajero vuelve a tragarse el dinero y parece que esta vez no se debe a billetes doblados o incapacidades permanentes para la informática moderna. Ni por esas, mi mujer solicita que le hagan el ingreso los empleados dado la imposibilidad de que el cajero funcione, pero va a ser que tampoco. Si acaso le cambian los billetes por otros para que vuelva a intentarlo. A todo esto está llegando la hora en que mi mujer debe entrar a trabajar y así se lo hace saber a los empleados que digámoslo finamente “pasan del asunto con una sonrisa misericorde”

Total, que mi esposa se larga con los billetes y sin hacer la transferencia por que llega tarde a trabajar (con todo esto ya ha pasado una hora) y los empleados de BBV A siguen tan contentos y felices de ser ellos mismos (y mira que hay gente en el paro más capaz y agradable que cualquiera de ellos). Se va también sin un comentario sobre las cuentas que la familia sí posee en esa entidad, pero es otra historia de la que se enterarán en su momento. Pues eso, que llamamos a la rebelión. Niéguense, no tienen ustedes por que hacer nada si no les da la gana, si no les apetece o si no pueden o no saben. Por que ese es trabajo de los bancarios, es su trabajo. Por que los bancos están llevándoselo crudo con las transferencias que se realizan en sus oficinas, no hay nada gratis, todo les supone un beneficio. Y es que además, ¿es lícito o moral que un banco en el que tienes cuenta pretenda cobrarte dos euros por una transferencia a otra cuenta de su propio banco? Y la obligación de los bancos es atender a nuestras necesidades... y si puede ser también es el de devolver la cantidad inmoral de dinero que este país se ha visto obligado a prestarles por su caradura, por su impotencia o directamente por ser unos desahogados de la poca catadura. Niéguense a todo, que se levanten, que se vayan a los cajeros y hagan el trabajo que les corresponde y dejen de ampararse en que el banco “les obliga... a cobrarles comisión, a que te vayas al cajero...”. Ya está bien, que el dinero es nuestro y solamente nuestro. Presenten reclamaciones, quéjense, griten si es necesario. Y exijan sus derechos con toda la fuerza que sea necesaria. Y si ni aun así les hacen caso escriban una carta como esta a su periódico de referencia, que ya verán como les duele. Y escriban con dureza, sin guardarse nada. Por que ellos se guardan y es más, dilapidaron sin pudor, miles de millones de este bendito pueblo. Y ni siquiera han pedido perdón por ello. Así que tampoco yo pido perdón por creer que son unos desahogados con muy pocas ganas de trabajar, salvo en su propio beneficio. Cambien de banco, sin cortarse y cuantas veces sea necesario o les apetezca. Y si los trabajadores de entidades bancarias creen que esta carta les perjudica, que se den un paseo por las calles de Oviedo y cuenten cuantos quedan en sus puestos de trabajo. Que miren hacia sus sedes centrales y se pregunten sobre el porque. Y de paso, que se pregunten si tienen cierta parte de culpa. Yo diría que si. Por falta de narices.

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