Solalinde, premio derechos humanos en Siero
La violencia contra las personas, la vulneración de derechos, es un crimen demasiado abundante en nuestro tiempo. La Declaración Universal que rememoramos el 10 de diciembre tiene tantos incumplimientos que harían falta muchos más esfuerzos, muchos más premios, muchas más iniciativas para rodear, para convencer, para imponer normas y conductas a quienes los vulneran, sean gobiernos, sean corporaciones empresariales, sean personas con poder y avaricias desmedidas como suele ocurrir.
Alejandro Solalinde trabaja, acompaña, en el albergue Hermanos en el Camino, en las instancias donde trata de defender sus elementales derechos, a las personas migrantes centroamericanas.
También tiene relación directa con las familias de los estudiantes de Magisterio desaparecidos de Ayotzinapa, y no ha tenido pelos en la lengua para señalar la responsabilidad del Estado mexicano en ese crimen horrendo que todavía está pendiente de resolverse y que ha tenido a millones de personas en todo México por las calles, las plazas, las carreteras exigiendo y repitiendo: Vivos se los llevaron, vivos los queremos.
Su presencia en Siero sirve para actualizar el testimonio de la tarea inmensa por defender los derechos de los migrantes, en los Estados Unidos mexicanos. Pero también para reconocernos en las insuficiencias, graves, muy graves, del trato malo a los inmigrantes en nuestro país, con leyes de extranjería muy represivas, con centros de internamiento de extranjeros que se está pidiendo cerrar, con vuelos de deportación, con redadas racistas por nuestras calles, estaciones de autobuses o incluso en las propias oficinas de extranjería cuando van a presentar sus papeles. Por no hablar de la vergüenza de las vallas, Melilla y Ceuta, que avergüenzan al sistema de derechos humanos. Por no mencionar el genocidio migratorio, la inmensa fosa común del Mediterráneo.
Sí, el muro de México con EE UU tiene réplica en España, y por ello la valoración del trabajo de quienes como Solalinde tratan de proteger derechos, vidas e integridades lo entendemos mejor y no lo consideramos lejano.
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