Homilía dominical
Pienso, luego soy un ser pluricelular. Y si además afirmo que Podemos es una organización populista, me convierto en esa materia inteligente que toda organización exenta quiere tener en nómina. Para llegar a alcanzar la esencia divina o, simplemente, la posteridad, conviene cargar la pluma con tinta deletérea y depositar la sustancia gráfica en forma de homilía dominical.
Desde el púlpito de un editorial vernáculo se advierte del peligro que corre Europa, amenazada de muerte por los populismos viscerales sin ideología, caso de caer en la trampa mortal de sus cantos de sirena. Ya nos podía haber advertido hace años el avisado y avispado redactor cuando el populismo felipista crea la Empresa Nacional de Autopistas para liberar la deuda de los inversores privados a costa del erario y el populismo aznarista, a través de la excelente gestión de Rato y Álvarez-Cascos, nos deja la herencia multimillonaria de los rescates bancario y de ocho infraestructuras viales vendidas por la financiera crediticia a los carroñeros fondos buitre. Y todo esto después de haber entregado, envueltas en cheque regalo, las empresas públicas a la fraternidad. Claro que, entonces, los editoriales de esta bendita casa no ahorraban en prosas de alabanza al superministro de la tarjeta black, y el Chato Salmones era bendecido desde las más altas instancias del medio. Luego, con la escisión, los abusos literarios se sumieron por el foro de las desavenencias. Ahora nos toca socializar los excesos inversores de una mala gestión que encandiló las rotativas de la época, al tiempo que Europa exige afilar la tijera, el cerdito de las pensiones languidece, la deuda privada y el impago se disparan y la deuda pública no para de crecer. Los temas con referencia a la pobreza infantil y energética, salarios miserables e injusticia social en que sumió a España el populismo mariano, parecen no interesar al opinante. Cuando de avanzar en el proceso democrático se trata, para evitar tentaciones usurpadoras, a nuestro letrado de referencia le da el pasmo.
Sigue y sigue, el editorialista, bombardeando las neuronas del consumidor de opiniones con sus versículos satánicos: que si la corrupción no explica el regreso de los populismos, que la política se ha vuelto endogámica, que falta ventilación democrática, que si patatín, que si patatán. Ah, y un palito para Rajoy por su proverbial inmovilismo en el manejo de las decisiones políticas. La referencia narrativa, sin nombres propios, a Ramón Espinar, para justificar aquella parábola de la paja en el ojo ajeno, es de una suficiencia intelectual digna del Sacro Colegio.
La apoteosis final corre a cargo de Marco Aurelio y sus Meditaciones romanizadoras. Aquí, nuestro crítico de cabecera, explica, de forma antropológica, la ley de la causa y el efecto. Y pregunto y me pregunto: ¿hacía falta tanta paráfrasis, circunloquio y homilía pagana para orientarnos del peligro latente que significa prestarle el voto a Podemos? ¿Acaso no es más urgente un editorial sobre la connivencia del poder político con cierto sector de la prensa propagandística y acrítica? Ah, pero esto, a los apóstoles del miedo les hace temblar los glúteos.
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