La fuerza del gigante
En estos días se puede seguir por los distintos medios el asunto de unos padres que utilizaron a una hija supuestamente enferma para obtener un medio de vida desahogado. A mí se me ocurre que, más allá de que los padres son unos golfos sinvergüenzas y deberían pagar por ello, el programa de televisión que impulsó el caso a la fama ha sido el colaborador necesario. No lo digo bajo su significado jurídico, sino como nota al pie, ya que un aspecto es indisociable del otro. Los desfachatados padres precisaron para su trinque del altavoz inconmensurable de la cadena y, reconózcase, al revés también.
Las caras visibles de dicho programa, que se han apresurado a mostrarse con los labios apretados para que se note su indignación, no escatimaron posibilidades en cuanto les presentaron una magdalena con azúcar que podían mojar en leche condensada con miel y almíbar. Es decir, que apelaron a todo correr al sentimentalismo húmedo para subir la audiencia, que es de lo que se trata, en definitiva. Lo de investigar es de pringaos... lo importante es el "share", y la verdad no puede jorobar una noticia. Es lo que hay. Es hermoso tener la fuerza de un gigante, pero es terrible usarla como un gigante. Esta oración de Shakespeare define lo que vengo a expresar.
Tanto es así que en lugar de meterse bajo una colcha hasta que todo pase, han sido capaces de redoblar esfuerzos para sostener audiencia a costa, ahora sí, de investigar a fondo a los fraudulentos progenitores y ya es posible saber que una vez pasaron un semáforo en ámbar o que copiaron en un examen de Lengua en cuarto de EGB. De manera que la misma noticia ha ido adaptándose al medio y no al revés, y es posible extender durante meses este ordeño infame.
Lo paradójico es que cada vez es más patente que en la sociedad de la información lo de menos es la información. Ha llegado la era del "show", a toda costa, el espectáculo sentimental, la quiniela informativa y, en definitiva, la opinión de todo a cien y la conjetura de peluquería sobre el razonamiento elaborado. Un horror.
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