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El parque del Muelle de Avilés

16 de Diciembre del 2016 - José Emilio Bretón García (Avilés)

Durante las últimas décadas, en numerosas ciudades europeas y españolas en las que sus gobernantes son conscientes de que las viviendas deben tener una prolongación en su entorno más inmediato y que el cuarto de estar se completa con los espacios exteriores, se han venido realizando intervenciones en sus cascos urbanos tendentes a impedir que las superficies destinadas originalmente al uso y disfrute de los ciudadanos sean utilizadas para el estacionamiento o el tráfico de vehículos. Al mismo tiempo, también se han rescatado superficies destinadas a estos usos para convertirlas en zonas estanciales y en itinerarios peatonales que faciliten a los ciudadanos el libre acceso, sin barreras, a espacios verdes que el tráfico rodado y el olvido han convertido en recintos abandonados.

El casco urbano de Avilés dispone, desde 1890, de un importante espacio verde denominado parque del Muelle, perfectamente diseñado y en buen estado de conservación. Pero este espacio se mantiene, desde hace varias décadas, en una situación de permanente aislamiento, al encontrarse devorado en todos sus espacios exteriores por el estacionamiento de superficie y el tráfico rodado, que impiden a los avilesinos y a quienes nos visitan el normal uso y disfrute de su amplia avenida central, de las calles secundarias y de sus pequeñas plazas, rodeadas de arboleda, setos recortados, parterres florales y de la singular rosaleda paralela a la calle de la Muralla, que son, entre otros, los elementos singulares que se describen en la ficha que acompaña a la resolución de 21 de enero de 2016, de la Consejería de Educación y Cultura, y que justifican la inclusión del parque del Muelle como jardín histórico en el inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. El parque del Muelle fue, hasta 1976, el espacio verde estancial más importante del que disponían los avilesinos para su uso y disfrute, y, como muchos recordarán, en la década de los cincuenta su superficie de 14 hectáreas, que se ha visto reducida en favor de los vehículos, se ampliaba durante unas horas al final de la tarde incorporando tramos de la calle Emile Robin y de las que delimitan la plaza de Pedro Menéndez hasta alcanzar la calle la Muralla, prohibiéndose el tráfico rodado y pasando a convertirse estas superficies en zonas para la estancia y el disfrute de los ciudadanos.

Es de suponer que, teniendo en cuenta todo lo anterior, en la última campaña electoral el principal grupo de la oposición local, a través de su portavoz, prometió resolver su actual aislamiento peatonalizando la parte de la plaza de Pedro Menéndez comprendida entre la plaza del Mercado y el parque del Muelle, propuesta que permitirá que los ciudadanos puedan llegar caminando desde este jardín histórico hasta el parque de Las Meanas sin sufrir el salvaje acoso del tráfico rodado. Asimismo, en dicha propuesta se mantiene rigurosamente su actual diseño, idéntico al que proyecto en 1890 el arquitecto municipal Ricardo Marcos Bausa, siendo alcalde de la ciudad don José Cueto y que concluyó, en 1894, el también arquitecto municipal Federico Ureña González, autor del templete musical, siendo las únicas intervenciones previstas en el parque los trabajos de mantenimiento. No obstante, resulta preocupante que en estos momentos haya quienes planteen la necesidad de convocar un concurso de ideas, con el consiguiente riesgo de que el parque del Muelle pierda su identidad y valor patrimonial con soluciones más o menos rocambolescas. Por otra parte, existen en la plantilla municipal numerosos técnicos que podrían solventar este problema con soluciones sencillas y asumibles económicamente, conservando la identidad del parque del Muelle, potenciando su utilidad y sacándolo fácilmente de su actual aislamiento.

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