La Nueva España » Cartas de los lectores » La gesta de Baler secuestrada

La gesta de Baler secuestrada

2 de Enero del 2017 - José María Izquierdo Ruiz (Oviedo)

El 2 de diciembre se estrenó en Asturias el filme de TVE “1898. Los últimos de Filipinas”. Como es sabido, Baler, una recóndita localidad en la costa este de Luzón, fue el último reducto de España en Filipinas tras la rendición de Manila y del archipiélago a los americanos el 23 de octubre de 1898.

El sitio de Baler por los tagalos se inicia el 27 de junio de 1898 y finaliza casi un año después, el 2 de junio siguiente, cuando los españoles tuvieron la certeza con siete meses de retraso de que Baler ya no era español; lo que sabemos por el libro de 1904 “El sitio de Baler” del teniente Saturnino Martín Cerezo, único oficial con mando superviviente; por el libro de 1963 “Héroes de Filipinas”, de Fernández de la Reguera y Susana March; por el de 1984, “Historia de Filipinas”, del autor filipino Antonio Molina, por el aún presidente de Filipinas, que lo llama “epopeya gloriosa”, por "El Noticiero de Manila” en “La epopeya de Baler”, y porque el citado libro de Martín Cerezo fue llevado al cine, con fidelidad, en 1945, como “Los últimos de Filipinas”, con Armando Calvo, José Nieto, Fernando Rey, nombres que sonarán incluso a los jóvenes (un artículo de igual título se publicó en LA NUEVA ESPAÑA el 2-6-1999).

“1898. Los últimos de Filipinas” dice basarse, en parte, en hechos reales, pero se adorna con diversas fantasías, como la presencia de un capellán extravagante y fumador de morfina, que envicia a un soldado. En general el ambiente del buen compañerismo reflejado en “El sitio de Baler” y en el filme “Los últimos de Filipinas” se enturbia en esta versión, y se desvía la atención, no sólo del valor de la tropa sino también de la inteligencia de los mandos para organizar la logística y prever las contingencias, en unas condiciones de penuria general, y se la lleva a cuestiones ajenas a la realidad. Es decir, se devalúa el mérito y el valor de la defensa del recinto de la iglesia en que malviven los españoles. Las muertes, mediado el sitio, del teniente primero y del capitán, a causa del beriberi, cuyas lesiones sí se muestran con generosidad, dejan al teniente Martín Cerezo como único responsable, pero no se resalta su valía y esfuerzo, y se omiten muchos de los logros de los sitiados, y el gran mérito de sobrevivir a pesar de tan adversas circunstancias. La gran mayoría de los muertos españoles lo fueron por disentería y beri-beri, y muy pocos por arma de fuego, regresando a España 33 de los 50 iniciales; por su parte, los tagalos tuvieron 300 muertos por arma de fuego...

El “malo de la película” es el teniente Martín, de quien el filme destaca que ejecutó a dos desertores, inventando que fue mientras dormían. Lo que no dice es que, por muy duro que sea cumplir el código militar, teniendo previsto los sitiados escapar de Baler al día siguiente, en azarosa huida, Martín pensó que llevarse con ellos a los dos prisioneros sería una rémora determinante, y dejar a dos traidores, convictos y confesos, a merced de los tagalos, los convertiría en delatores de la debilidad de los españoles; la fuga se frustró por las pésimas condiciones climatológicas, y ese día fue cuando el teniente Martín revisando una hoja de “El Imparcial” que los tagalos les habían dejado para convencerles de que aquellas tierras ya no eran de España, Martín encontró una noticia privada que le convenció de que “El Imparcial” era auténtico, y por tanto también su noticia de la rendición de España. Esto se dice en el libro “Héroes de Filipinas”.

La película acaba con la entrega de la iglesia a los tagalos, y la salida de los españoles del pueblo con sus armas; en realidad, antes de marchar las entregaron pero fueron escoltados amistosamente por los tagalos, a través de la Sierra de Caraballo. Nada dice el filme de que, acabado el sitio, reinó la amistad y el buen entendimiento con los tagalos de Baler, ni que el presidente Aguinaldo hiciera encendidos elogios de los españoles a su paso por Tarlac, y decretara que en su recorrido hacia Manila fueran ayudados y considerados, no como prisioneros sino como amigos; ni que su esposa los visitara; ni del emotivo elogio que, en los “Anales de la Marina de EE UU”, hace el brigadier Fred Funston, que fue testigo en San Fernando de la Pampanga del paso de los 33 por las líneas americanas hacia Manila: “El que no se sienta animado a grandes hechos por este relato de heroísmo y devoción al deber, verdaderamente debe tener un corazón de liebre”.

Si al realizar la citada película no se disponía de tiempo o de metraje para filmar alguna escena de este regreso de los españoles hacia Manila, bien pudo usarse el recurso habitual de acabar la proyección con unas leyendas que dieran cuenta de este triunfal regreso y de la admiración que causaron los soldados de Baler.

A quienes piensan que la gesta de Baler fue una “gesta absurda”, quédeles el mérito de reconocer que, al menos, fue una gesta. ¡Menos mal que a las gestas del siglo XIX no se les puede aplicar, como a las del siglo XX, la llamada Ley de la Memoria Histórica!

Cartas

Número de cartas: 45901

Número de cartas en Septiembre: 5

Tribunas

Número de tribunas: 2079

Número de tribunas en Septiembre: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador