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La enfermedad silenciosa

28 de Diciembre del 2016 - José María Izquierdo Ruiz (Oviedo)

Recientemente se ha celebrado en Oviedo un congreso de nefrología sobre la hipertensión arterial, que se ha reseñado parcialmente en la prensa. Estas líneas son, por tanto, fragmentarias, al carecer de información completa de primera mano. Pero inducen a estos comentarios.

En dichas reseñas se habla de cifras de tensión arterial como 9, 14, 18, y no como mm de Hg, como se debiera, que equivaldrían a 90, 140 y 180, respectivamente; pues no es lo mismo, por ejemplo, 80 que 89, porque su significación clínica puede ser distinta. El paciente debe huir de expresiones de la TA tan imprecisas como 5, 8 o 15.

Por otra parte, no todas las hipertensiones obedecen a una misma causa, pues hay la llamada paroxística, la renal y la más común, que acostumbra a mal llamarse esencial, pues su causa principal es la arteriosclerosis, que suele acompañar al envejecimiento o, aun peor llamada, hipertensión benigna, pues una hipertensión "benigna" no controlada a la larga puede acabar por dañar seriamente el corazón, el cerebro u otros órganos, eso sí, poco a poco, silenciosamente.

En cuanto al valor normal máximo de la tensión sistólica –la más elevada– depende de variaciones individuales, de la edad, del criterio del médico a cargo, y de la causa; y así, los valores que para una tensión nefrógena pudieran ser aceptables, no lo son para la hipertensión común. De ahí las diferencias de criterio en establecer el límite alto de la tensión sistólica normal; pero, salvo más cualificada opinión, no es conveniente que exceda los 135 mm de Hg de forma prolongada, ni la diástólica los 80. En general, son deseables cifras más bajas, en torno a 10 mm de Hg menos, como colchón de seguridad.

Se ha dicho, con razón, que no es tan importante un pico de tensión arterial, fugaz o debido a circunstancias especiales, a un gran esfuerzo o una gran emoción, ni tampoco la tensión media, sino la tensión más frecuente a lo largo del día, hijuela de la llamada tensión mediana. Para eso lo mejor es tener en casa lo que, en romance, se llama un buen tensiómetro. A este propósito, conviene tomar la tensión en condiciones basales –reposo, tranquilidad...– y repetirla en unos minutos hasta que se estabilice.

Hay personas mayores y, peor, hipertensos que no quieren tomarse la tensión para no preocuparse; otros hipertensos prefieren tomarla todos los días, o cada poco tiempo, para mejor controlarla y tratarla. Además de la limitación de sal en la alimentación, hoy hay fármacos muy eficaces que pueden controlar bien la hipertensión común... Es mucho mejor ocuparse hoy del control de la hipertensión, para no tener que preocuparse mañana de sus serias complicaciones.

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