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semblanza de una "Reválida franquista"

17 de Diciembre del 2016 - Vicente Pedro Colomar Cerrada (Oviedo)

El correr de los años cuarenta del pasado siglo se hizo extremadamente dificultoso para los españoles. Fueron años de una extrema miseria, de una gran penuria, fueron años de carencia de todo, fueron años de cartillas de racionamiento, de míseros sueldos, fueron años de sangre, sudor y lágrimas. Pero fueron años de convivencia en una sociedad humilde, muy humilde, pero sobre todo muy sencilla, muy modesta. Los problemas se solucionaban con los escasos recursos que disponían aquellos españoles dentro de la más estricta colaboración de todos ellos, especialmente en los pueblos. Y esa forma de vida tan menesterosa y tan familiar, cargada de un gran sentido de responsabilidad, impregnaba a los hombres y mujeres inmersos en el cumplimiento de sus respectivos deberes y obligaba a los niños y jóvenes a aplicarse al máximo en los estudios para conseguir una buena formación.

Sencillez, rectitud, obediencia y esperanza cualificaban a los niños-estudiantes de Primera Enseñanza entregados al conocimiento de las distintas disciplinas instruidas por unos humildes pero grandes maestros de escuela. Dirigentes de colegios públicos o privados (de pago) donde asistían los niños de toda clase y condición. Llega en [os recuerdos la figura majestuosa del maestro de pelo entrecano y gafas caídas sentado en una sencilla mesa posada sobre una desgastada tarima con su palmeta a la derecha, sus tinteros y plumines enfrente y su Libro abierto preguntando la lección del día a uno de sus alumnos. Alcanzan esos recuerdos a la figura de aquellas Maestras de mediana edad de porte señorial y con una distinguida y femenina personalidad, quienes con una manifiesta categoría en su saber estar y en su saber hacer enseñaban las disciplinas reglamentadas e inducían a aquellas niñas y jóvenes a conseguir una buena formación y a llevar una vida encajada en [a naturalidad y en la moderación elevando siempre la categoría de su feminidad. ¡Honor y reconocimiento a los hombres y mujeres que dedicaron sus vidas a la enseñanza en aquellas difíciles y menesterosas décadas de los años 30, 40, 50 del Siglo pasado y anteriores!

Fueron tiempos de una estricta disciplina para los alumnos con el más alto reconocimiento de la autoridad de padres y maestros. En esas décadas en los colegios públicos y privados (de pago), separados los niños de las niñas, los alumnos asistían a clase hasta el sábado a medio día y descansaban los jueves por la tarde, que en algunos casos aprovechaban los Maestros y Maestras para llevar a chicos y chicas de excursión por los alrededores de las ciudades ó poblados. La mayoría de las veces los niños dedicaban esas tardes al juego hasta la hora de hacer la tarea, que siendo de obligado cumplimiento, deberían presentar al señor maestro y a la señora maestra al día siguiente con 105 mapas de España coloreados, con las cuentas de las cuatro reglas hechas y con las lecciones estudiadas de las asignaturas que les iban a preguntar. Sin traumas ni dolores de cabeza. Todavía resonarán por los espacios celestes aquellas frases de aquellas madres: “Hijo ¿has hecho la tarea? ¡Ya sabes que como no estudies el Maestro habla con tu padre!” ... Estaba todo perfectamente reglamentado y todos los niños españoles estudiaban las mismas materias de Norte a Sur de y de Este a Oeste. Todo era muy sencillo, muy lógico y razonable, estructuras académicas montadas para la mejor e integral formación de los niños y de los jóvenes. Sin intereses partidistas ó personales... ¡No había políticos! ¡Y para qué los querían! La Enseñanza en toda su amplitud no estaba politizada y por ello no estaba convulsionada llegando al desorden y al desconcierto de estas fechas ... ¡Los maestros, los catedráticos de instituto y los catedráticos de universidad se dedicaba a enseñar! ¡Y nada más que a enseñar!

Unos alumnos dejaban el Colegio a los 10 años y marchaban a las ciudades ó villas importantes donde había Institutos de Segunda Enseñanza para estudiar el Bachiller y otros compañeros continuaban en las Escuelas públicas hasta los 14/15 años y luego entraban a trabajar como aprendices en los distintos departamentos de las Empresas del ramo de la industria, de la agricultura, de la minería, de la construcción, de la pesca, que hubiere establecidas por el lugar. Con el paso de los años y a base de experiencia esos jóvenes llegarían a alcanzar puestos de responsabilidad alcanzando la más alta categoría en las Empresas en su especialidad. Los que en la Península tenían posibilidades porque había un “Instituto Laboral” (1949) entraban a cursar los estudios para conseguir el “Bachiller Laboral”. Saliendo con unos grandes conocimientos en la especialidad de la Industria, Minería, Marítimo-Pesquero y Agrícolas. ¡Y qué preparados salían de esos Institutos y luego de las Escuelas de Formación Profesional! Que se lo pregunten a los cargados de años que estudiaron con los Jesuitas en la Escuela Laboral de Gijón ó se prepararon en la Fábrica de Armas en Trubia ...

Los niños-alumnos que optaban por estudiar el Bachiller Superior habían de someterse a un examen de ingreso (10 años de edad) para acceder al primer año del citado Bachiller (11 años de edad), estudiar y aprobar siete cursos reglamentados y al finó! presentarse a una Reválida de esos siete cursos también conocida como Examen de Estado. Para los nacidos en 1.936 fue la última promoción de los siete años de Bachiller y Reválida (1.953). Yo soy uno de esos “reválidas franquistas”. A partir de esas fechas se emprendieron los cambios y más cambios hasta el día de hoy. Y posiblemente continuarán. Como si fuese un juego caprichoso para pedagogos sociólogos, psicólogos, politólogos, catedráticos “progres”, y para que seguir .. El examen de ingreso para empezar el Bachiller exigía a los niños-estudiantes (recordamos con 10 años de edad) conocer a la perfección las cuatro reglas (suma. resta, multiplicación y división), desarrollar una ecuación de quebrados, desarrollar una raíz cuadrada, responder a unas preguntas de Geografía e Historia de España, Gramática u otras materias y finalmente escribir una redacción en un folio sobre un tema que les ponían y en la que no podían tener más de tres faltas de ortografía. ¡Y aprobaban la mayoría! ¡Estaban preparadísimos! ¡Ah! Sin maquinitas ni aparatejos, ni “profesores de ayuda”, a base hincar los codos y aprender ó exponerse a un palmetazo ...

Durante los siete cursos de Bachiller se estudiaba Latín. Los tres primeros cursos se estudiaba francés y de cuarto a séptimo se estudiaba inglés. También de quinto a séptimo se estudiaba griego. Al menos aprendían aquellos jóvenes que las letras alfa, gamma, beta, épsilon y otras no eran letras chinas ni árabes, eran parte del alfabeto griego. No es que los estudiantes al terminar hablasen las citadas lenguas pero su estudio formaba parte de la formación integral del individuo. Y por supuesto todas las asignaturas reglamentadas de Matemáticas, Geografía e Historia, Física y Química, Literatura y demás, que eran las más importantes. Aumentando los conocimientos de cada una de ellas a medida que corrían los cursos. ¡Ah! También se estudiaba la asignatura de Religión y no hacía daño ni producía ningún trauma. Había Colegios privados exclusivamente para niñas y otros tantos para niños. Trabajando con los recuerdos en los Institutos de Segunda Enseñanza había clases para los chicos por las mañanas y por la tarde para las chicas. En general no se pasaba de curso con tres asignaturas suspendidas, aunque hay que decir que había exámenes en septiembre para recuperarlas o se repetía curso. En caso de aprobar una de las tres suspendidas en los exámenes de septiembre se pasaba de curso pero arrastrando las otras dos pendientes que había que aprobar antes de examinarse del curso correspondiente. Los catedráticos de Instituto eran todos muy rectos y exigían a los alumnos tener un buen conocimiento de la asignatura para su aprobado, destacaban los de Matemáticas que solían ser los más exigentes por no decir los más duros. Por supuesto que los alumnos no disponían de ordenadores, ni de móviles, ni de toda esa retahíla de aparatejos que están robotizando a los individuos. Es imposible que los niños estudiantes actuales puedan concentrarse en el estudio rodeados de todas esas maquinitas. ¡Del todo imposible! ¿A quién se le ocurrió poner ordenadores en esas clases? En aquellos lejanos tiempos los niños-estudiantes solo disponían del Libro abierto sobre la mesa, papel en cantidad, lápiz, sacapuntas y goma de borrar. Pero sobre todo los codos hincados en el tablero de la mesa y muchas ganas de aprender. Y por supuesto una buena pizarra colocada en la pared para salir hasta ella y desarrollar la materia que expusiese o preguntase el maestro. ¡Y nada más!

Como ya hemos dicho para los que estudiaban el Bachiller durante el séptimo curso, sobre mediados de junio, se presentaban a la Reválida ó Examen de Estado. Había un examen escrito y si este se aprobaba los presentados pasaban al examen oral. A Ceuta y Melilla iban catedráticos de la Universidad de Granada a realizar los exámenes (Rancaño, Maeso y Hoyos, ¡menudo trío!, hace sesenta y cinco años aproximadamente). Cabe pensar que en la Península también se entrecruzarían de una a otra provincia. Y eran exámenes muy duros, que costaban muchos dolores de cabeza, muchos disgusto y muchas lágrimas... Después se pasaba a la Universidad o Escuelas Técnicas. En algunas carreras de Ingeniería a su vez los aspirantes tenían que presentarse a unos exámenes de ingreso para poder iniciar el primer curso y eran durísimos... Y para que seguir.

Los nacidos en 1.936 formaron la última promoción del examen de ingreso, los siete cursos reglamentados y la Reválida. Muchos estudiantes lo hacían con beca, bien estatal ó bien de Empresas e instituciones privadas. Yo estudié siempre con beca de la empresa minera, incluso Facultativo de Minas en Cartagena, promoción de 1954-58. Ahora se lee en algunos periódicos y se oye decir en radio y televisión la ¡Reválida franquista! ¡Y venga con el “franquismo”!. ¡Ya quisieran estos “políticos” de ahora estructurar una sociedad como la del año 60, por decir una fecha “franquista”! Trabaja, seguridad, moderación en los comportamientos, educación urbana, “la mili” y ¡qué bien venía! en especial para los jóvenes de los pueblos que así conocían otras provincias españolas y sobre todo los del interior que llegaban a conocer ¡el mar!, y los estudiantes con un mismo plan de estudios en toda España. Con maestros de escuela, catedráticos de instituto y catedráticos de universidad dedicados a enseñar, nada más que a enseñar. Sin políticas, ni pertenecer a un partido político, ni puñetas ... ¡A enseñar! A partir de ese año dejando vagar los recuerdos se redujo un año los cursos reglamentados (7 cursos, que quedaron en 6) y se estableció una Reválida en cuarto curso. Cuando han pasado tantos años suele fallar bastante la memoria. En caso de error pido perdón... Han continuado los cambios sin que los gobiernos “democráticos” alcanzasen un acuerdo definitivo sobre una estructura educativa inamovible e igual para todos los españoles de Norte a Sur y de Este a Oeste. Ahora cada Comunidad tiene su plan de estudios y por supuesto no se parece unos a otros ... Por no seguir más

A los que ya no cumplimos los setenta años de edad porque los dejamos atrás, nos remueve las entrañas y nos cabrea profundamente al oír decir a periodistas, tertulianos y otros, que “esta es la generación mejor preparada”. ¡La peor y con mucho! Esta generación ¡la anterior y la anterior. Rodeaos los estudiantes desde niños de ordenadores, móviles, tabletas y demás aparatejos no estudian. Si le preguntamos a estudiante catalán de 14/15 años al salir del Instituto con una voluminosa mochila a la espalda donde está el cabo de Gata o la Penibética ¿lo sabe? Y si le preguntamos a un estudiante de Almería donde está el cabo de Creus ó la cuatro provincias catalanas de carretilla ¿Lo sabe? Y se les preguntamos a los dos lo que es un triangulo escaleno ó que hagan una raíz cuadrada, que respondan a la pregunta donde está la Sierra de la Demanda ó los Montes Universales... ¡Ni puñetera idea! Todas las miradas se dirigirían a “la maquinita” ya que esa ¡sí que lo sabe todo!... Pero si desde el Presidente del Gobierno dice el “Estao español”, el “Estao de Derecho” ... ¡Nos rechinan las entrañas! (aunque esté aprobado por la “Academia de la Lengua”, que no lo sé). Siempre hemos dicho el “Estado español”, el “Estado de derecho” ... ¡Ah! y Gerona, y Lérida, y La Coruña, y Alicante, que “coño” decir Girona, Lleida, A Coruña, Alacant... que destrozo de nuestra querida España

Hasta la llegada de esta “santa democracia”, que todo lo iba a arreglar, los españoles estudiábamos y trabajábamos con el deseo de integrarnos en una sencilla pero lógica sociedad que copaba una única España que mejoraba por día. Rogamos los pasados de los setenta años (¿viejos?), que político y “adláteres” se olviden del “franquismo” y de todo lo relacionado con esa época. Que se olviden de los “franquistas” que nos tocó vivir en ese tiempo y que ahora nos obligan a recordar. ¡Qué harían estos políticos con una España del 39 recién terminada la “Guerra Civil” y sin recibir una peseta de Europa! ¡Qué harían! Que barbudos, melenudos, coletas, desaprensivas y otros “gua peras” nos dejen en paz. Si saben gobernar que gobiernen y no saben que se marchen a sacar piedras a las canteras del Naranco ó de Macael. Que nos dejen tranquilos los años que nos quede de vida hasta que Dios disponga de nosotros... Y aprovecho la ocasión para elevar mi voto a favor de continuar con el nombre de “Colegio de la Gesta” y una serie de calles. Quiero recordarle al señor Alcalde que los ciudadanos ovetenses no le votamos a él para ocupar tan alta magistratura. El está en ese cargo por un “contubernio” entre partidos de ideologías diferenciadas. señor Alcalde le ruego que por dignidad política no cambie esos nombres. Esos nombres los pusieron otros españoles años atrás con tantos derechos como los de usted y los suyos o posiblemente más...

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