No es azar, es libertad
Cuando se afirma como respuesta a una pregunta importante que la causa de los hechos que motivan la pregunta es el azar, se está dando una respuesta mágica que invoca al mito desde el cientificismo. Pues, si algo caracteriza a la ciencia es la negación del azar como causa. La ciencia tiene como motivación el afirmar que toda pregunta que se haga: o tiene una respuesta sabida y precisa o, si se ignora, habrá que descubrirla planteando intuiciones como hipótesis e investigaciones para corroborarlas. Decir que la causa es azar, es eludir tal esfuerzo renunciando a toda vocación científica. Es preferible reconocer la ignorancia y traspasar las fronteras de la ciencia con razonables creencias. Aceptar como causa plausible al azar, sería reconocer que estamos en sus manos sin alternativa propia. Encumbraríamos al azar a la categoría de un mito divino que anula toda libertad. Todos tenemos una noción del azar al invocarle como causa desconocida de lo que va a acontecer, o mostramos nuestra resignación responsabilizándole sobre lo ya acontecido sin explicación lógica. De igual forma se podría haber invocado a Dios. Desde aquella antigüedad de los sabios que escribieron la Biblia a la actualidad de los sabios que escriben tratados sobre física cuántica, todos han buscado el propósito de las cosas. Desde luego, no creo que ninguno de ellos creyese que el propósito que nos hace fluir en el tiempo confinados en el espacio fuese la casualidad sin propósito alguno. Pues entonces no habría causa que descubrir, ni motivo para actuar de determinada manera en busca de un propósito inexistente.
Toda masa está sometida a las leyes de la física y los seres vivos están sometidos a sus instintos de supervivencia. Pero las personas nos rebelamos contra tal sometimiento con creatividad y libertad. Responsables de nuestra conciencia elegimos entre el bien y el mal. Evolucionamos en el tiempo aprendiendo de nuestras equivocaciones y dejamos nuestros logros a las generaciones venideras: ese es nuestro cometido. Si en el Big Bang hubo un exceso de materia sobre la antimateria creándose este universo visible y la masa no visible, en la pugna entre el bien y el mal habrá sin duda un exceso de bondad que conformará nuestra realidad. En esa realidad la libertad individual representará su gran papel determinante, aunque sea un aleteo de mariposa. Es cierto que la naturaleza salvaje es violenta sin que en ella exista bien o mal, pues todo le es natural desde ia necesidad de supervivencia. Sin embargo, la evolución de la humanidad exige tomar conciencia para que, siendo capaces de crear y modificar la naturaleza de las cosas, fluir en busca de nuestro destino. Podemos rebelarnos contra ese flujo diciendo que no hay ningún propósito en él, o ayudar a modificar las cosas para que se cumpla tal propósito alcanzando una conciencia católica o universal de él desde la libertad individual: la libertad que permite al otro ser y actuar. Si se equivoca, habrá que corregirle sin rencor para que entienda, se arrepienta y aprenda. En todo lo que vamos descubriendo con la ciencia existe una precisa suerte de causalidad cuyos propósitos podemos intuir, e incluso hemos sido instruidos para conseguirlos desde la libertad individual. También podemos encontrar la causalidad en nuestro interior: la palabra para ella es Dios. No es azar, es libertad. Todo cuanto existe es fruto de la libertad y la necesidad. En medio de tales opuestos fluye nuestro propósito en la vida, tanto como individuos o como humanidad.
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