¿Dios sabrá por qué!
Estoy redactando esta carta, el domingo 18 de diciembre, justo a las puertas de la semana de la Navidad; fiestas, que no sé por qué motivo o razón, a creyentes, agnósticos e incluso ateos, parece que nos vuelven, aunque sea sólo por estos días, más solidarios, más comprensibles y receptores de los problemas y dificultades del prójimo y amables con los demás, y hasta mejores personas de lo que podamos ser durante el resto del año.
Yo, pobre diablo, como tantos otros, por mi edad, pasé Navidades de verdadera penuria en los años de posguerra; luego, siendo emigrante en Alemania, pasé por la tristeza que produce la nostalgia de verte fuera de tu país y lejos de tus seres queridos; algo que nadie puede valorar lo que supone, si no pasa por ello. Mi pobre madre, (que en gloria esté), a la hora de reflexionar sobre este tipo de cosas, siempre me decía en su fala mierense, ¡Ay, fiu! pa entender les coses hay que pasar por elles. Ahora, pasados los años, y de vuelta de tantas cosas, entiendo como nunca antes, lo que aquella buena mujer, que me trajo al mundo, quería decir.
Sin pretender dar lecciones a nadie, y menos aún imponer creencias ni maneras de conducta, pido y ruego a todos, que reflexionemos por un solo instante en estas fechas tan entrañables para todos, aunque solo sea recordando nuestros años de la niñez y juventud, junto a quienes hoy ya no nos acompañan, porque ya no están, que por muy mal que estemos y muchos problemas que cada uno podamos tener que afrontar, siempre habrá, si miramos hacia atrás, alguien que aún tenga más dificultades que nosotros para recorrer la etapa de la vida.
Feliz Navidad, a todos los lectores de LA NUEVA ESPAÑA, y que el espíritu de la Navidad, aunque sólo sea durante tan entrañables fechas, nos haga a todos ser más solidarios y comprensibles frente a los problemas de nuestro prójimo; que estoy seguro que por graves que sean los nuestros, siempre habrá quienes estén en peor situación que la nuestra. Ánimo y esperanza; el mundo siempre fue así, no sabemos por qué, venimos y marchamos de él con las mismas dudas, unos lo tienen siempre todo fácil, y otros nunca levantamos cabeza, Dios sabrá porqué.
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