Navidad
Que es mensaje de amor y de paz, reencuentro entrañable de familiares y amigos que por esos mundos están, arrancados del terruño por razones diversas, trabajo o necesidad. Alegría y felicidad es para unos la Navidad, contraste doloroso para otros, muchísimos a los que la vida ha sumido en el luto, la tristeza, el hambre o la necesidad. La soledad, después de la pérdida del ser querido con el que uno ha compartido toda una vida, tiene que ser desgarradora, sobre todo en la Navidad. Que es tan querida y entrañable en el seno de la familia, la gran verdad de nuestra vida en el humano caminar. Un caminar tan breve y corto, apenas un soplo en el tiempo, que es silencio y eternidad.
Pues bien, si nuestra vida es tan fugaz y efímera, ¿por qué la hacemos tan deshumanizada, tan conflictiva, tan agresiva y violenta, sobre todo en el terreno político e ideológico, que a todos divide y enfrenta? ¿Por qué somos tan irresponsables y malos viajeros en el tren de la vida? Cuando lo fácil y lo mejor, lo obligado, es convivir, ser solidarios y llevarse bien con los demás, comenzando por uno mismo. ¿Por qué no lo intentamos unos y otros, con generosidad, en esta Navidad? Comenzando por nuestros políticos, excelencias y señorías, todos, aparcando ideologías y diferencias sociales que cada vez nos dividen más. Que los políticos, izquierdas, derechas, sean el ejemplo en esta Navidad, compartiendo mesa, turrón y champán, ellas y ellos, en la más hermosa confraternidad. Bailoteo y villancicos ("Esta noche es Nochebuena y mañana, Navidad, y al Congreso volveremos como hermanos de verdad”) y, como remate, la paz. La paz social, la convivencia y la solidaridad, que es lo que demanda y pide el pueblo llano, defraudado de verdad. Y que es la verdadera política que excelencias y señorías tienen que practicar.
Éste es nuestro deseo en la Navidad.
Ricardo Luis Arias
Aller
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