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Falleció Paco Rivas

30 de Diciembre del 2008 - Arturo Arbesú García (Oviedo)

El pasado 15 de diciembre, de madrugada, fallecía Paco Rivas en el Hospital Central de Asturias, víctima de un cáncer de pulmón que desembocó los últimos días en un trastorno metabólico irreversible. No sufrió en el tránsito y estuvo siempre acompañado por la esposa, la hermana de ésta, las tres hijas y el calor de toda su familia.

Hablé con él varias veces estos últimos días, hasta habíamos quedado en jugar una partida a la escoba esta misma semana. Pensaba obtener algunos datos de su vida para publicarlos en la revista que edita la Asociación de Jubilados, pero no dio tiempo. Fui alumno del Hispania, me llegó a decir con orgullo.

Al conocer la noticia de su muerte, sentí la tentación de escribir algo en su memoria. Aquello que pretendía escribir, sin poder añadir los datos que él me facilitaría y como tampoco hay tiempo para recurrir a otras fuentes, le dedico esta breve y apresurada reseña escrita desde el ámbito del trato profesional y como presidente de la Asociación de Jubilados del Banco Asturias.

Paco Rivas fue un hombre de banca. Se jubiló en el Banco Asturias, después de haber pasado por el Popular y el Banco Comercial. Fue un profesional con unas dotes extraordinarias para la captación de recursos y depósitos. Un referente bancario como director en Pola de Siero, en La Paz y en la O. P. de Oviedo, entre otras oficinas donde desempeñó sus funciones. El hombre que, además de con intereses, retribuía con besos el cariño, que así entendía, le otorgaban sus clientes cuando efectuaban los depósitos en su oficina. Eran besos honestos, pero besos de millón.

Del mismo modo, aunque residía en Oviedo, sentía profundamente el recuerdo de su tierra natal en el concejo de Aller, si bien, se sentía, igualmente, ovetense por los cuatro costados. Cuando vivía alguna situación tensa, tenía una exclamación a flor de piel para demostrar su gallardía: "Que soy de Aller".

Siempre, ocurriese lo que ocurriese, había una sonrisa en sus labios y una actitud resolutiva y conciliadora ante los problemas. Manifestó siempre verdadera veneración por su familia, superando con amor los trances más escabrosos.

Le gustaba echar la partida como caramelo, disfrutando de la compañía de sus amigos, de los muchos que Rivas hizo en su tránsito por la vida. Era un hombre que quería y se hacía querer. Generoso y entregado con quien le mostraba necesidad y afecto.

El 4 de noviembre asistió a la comida que organizó la asociación de jubilados y departió abrazos y cariño a raudales. Se emocionó y los compañeros allí presentes también. Venía de soportar una fuerte sesión de radioterapia, se le notaba el sufrimiento en su caminar dificultoso. Pero no le faltaba la sonrisa y las muestras de afecto hacia todos. Entendimos que era una despedida de quienes con él compartimos durante muchos años esfuerzo, entrega, lealtad y tesón ofrecido de largo al Banco Asturias.

Paco, Paco Rivas, Rivas, nadie está a salvo de defectos, es verdad, como bien es cierto que tú pasaste por la vida derramando virtudes. Descansa en paz.

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