Cataluña, dictadura certificada
El pasado 26 de noviembre apareció en doce diarios de Cataluña a la vez, copiado letra por letra, un mismo editorial, titulado «Dignidad de Catalunya». Bajo capa de «libertad de expresión», es el máximo de la presión sobre el TC por buena parte de la corrompida y antidemocrática clase política y mediática catalana. Así intentaban influir, de forma repúblico-bananera, en dicho tribunal para que respetase el articulado del Estatuto de Cataluña. Sin firmante directo, aunque sabemos quién está detrás: el nacionalismo del socialista Montilla y del tripartito, alentados, sin duda, por ZP y su Gobierno, que salieron en tromba más tarde para «respetar» y justificar aquello.
Esto me lleva al infantil recuerdo de aquella melodía y sintonía de inicio de los llamados «partes» de la Radio Nacional franquista, los cuales, a los dos y media de la tarde y también por la noche, obligaban a todas las emisoras de esa cadena, también de la SER y otras, a retransmitir las mismas noticias y formato del pensamiento único franquista. Este «parte» terminaba con un popurrí o mezcla del himno nacional y el de las FET (Falange Española y Tradicionalista). ¡Qué vergüenza!
Era de esperar de aquella chapuza o ten con ten de la transición que, para tener contentos a los nacionalistas, al tiempo, todo iría a la deriva. Son innumerables las fechorías que desde entonces se vinieron perpetrando en Cataluña, el País Vasco, Galicia, Baleares, etcétera. En Cataluña es difícil estar bien informado: recuerden El Carmelo, el tres por ciento que dijo Maragall a Artur Mas, las transgresiones e injurias permanentes al Rey, la prohibición y multas por rotular en español, etcétera. ¿Y qué decir del actual «juego del ahorcado», representando al Monarca con una soga al cuello, y al que se le piden para estas Navidades la independencia y la República? Algunos de estos medios «cacarearon» bien lo de «la puta España», ¿se acuerdan? ¿Y los actuales referéndum municipales por la independencia de Cataluña y el permanente «affaire», fuera y dentro del Camp Nou del Barça, con su nacionalista radical, Laporta, al frente?
El llamado por muchos «oasis catalán» es el más vivo ejemplo de la docilidad y gregarismo de una mayoría de medios (prensa, radio y televisión) que, subvencionados, hace mucho abandonaron la dignidad de su libertad de conciencia, si es que tienen, para someterse al régimen pesebrero de una podrida casta política. Todo recuerda aquellos diarios como «Arriba», «El Alcázar», los «ABC» y «Ya» de entonces y «La Vanguardia Española», que se quedó en «Vanguardia» (los avergüenza España) y que, por cierto, no les interesa publicar en catalán. ¡Hay que vender, y todo por la pasta!
Ante esta dictadura, certificada por ese escrito, no cabe sino denunciar al Rey, al que como garante de la unidad no se le ve, al PSOE y PP, porque, faltos de unidad en esto, permiten el chantaje nacionalista, a ZP, buscador de votos a costa de lo que sea, permitiendo que mientras las autonomías se «rodean» con su bandera y su «patria», la nación española pase a ser «colonia catalana», tenga que pagar rescates y ser «cachondeada» en su Ejército («Alakrana» y el escarnio del tiro británico contra nuestra bandera, en Gibraltar). ¿Qué hacer? Entre otras cosas, ¡boicot (incluir al Barça, consecuentemente) y voto en blanco, que va ganado adeptos y hace pensar a políticos!
Alguien dijo: «La unidad de la patria es un bien moral a defender».
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