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De nuevo, la eutanasia de protocolo consentida

2 de Enero del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

Se les comunica a todos que el simulacro de amor, paz y buenos deseos a finalizado ya todos podemos volver a ser los mismos cabrones de siempre. Ahora toca la cruda realidad y qué hacer con ella, con quienes la manejan a su antojo en perjuicio de los demás.

Una queja más ¡Ya son muchas! Ahora una carta llena de sufrimiento de un hijo por una madre, al palpar en sus carnes, y observar la tremenda crueldad e insensibilidad consentida en nuestros hospitales; el cómo los protocolos médicos la destinan irremediablemente al abandono curativo, por criterios objetivos y personales de profesionales que se dan por vencidos ante la enfermedad con mayúsculas; ya que científicamente ningún médico puede establecer el comportamiento de la misma enfermedad en diferentes cuerpos y mentes, donde la capacidad de resistencia y lucha contra lo que parece, desaparece poniéndole un poquito de esperanza, apoyo científico y profesional por parte de todos.

El hijo casi implora al viento, no sabe qué hacer por luchar hasta la extenuación por su madre, pero no le dejan los que dicen saber de esto; de ahí que de Cabueñes, buscara en el HUCA algún resquicio de esperanza para su madre, para que no sea desahuciada; según carta y experiencia personal, dado que hace un tiempo sufrimos en nuestra familia algo parecido, donde ni el paciente se entregaba y no quería ser destinado a esa planta anacrónica, ni los familiares la veían ya sin fuerzas para luchar por ella misma contra esa enfermedad que hace claudicar a los especialistas. Vemos más tesón y esperanza en pacientes y familiares.

Curar lo curable, no es el reto de un profesional que se precie, lo es ganar la batalla a las dificultades y así sobrellevar los fracasos sin que la conciencia nos repique si hicimos los suficiente por tal paciente.

Pero todo está escrito en un papel, el camino será el acatamiento al protocolo establecido, que no es otro que cuando ellos decidan enfermedad terminal, se acabaron los tratamientos. Aquí hay una excepción, ellos mismos, que cuando su madre, una hija o hermana está en las mismas circunstancias, las decisiones ya no son tan a rajatabla; harán todo cuanto esté en su mano y la de sus compañeros por intentar hasta el último instante luchar por su vida. Eso es lo que pedimos que apliquen sin paliativos, nunca mejor dicho, a todos.

Salvo que sea añadido a degeneración extrema, demencias o Alzheimer (o que el paciente lo pida) tienen que tener un especial cuidado de no dañar al paciente y familiares que desean pelear hasta la extenuación por ellos y sus seres queridos ¿quiénes son ustedes para firmarles pena de muerte o eutanasia teledirigida? Hacer contrario a su código deontológico.

Los cuidados paliativos son algo fantástico para según qué casos, no pueden convertir esas plantas en un anacronismo del buen profesional, donde no podemos consentir que dirijan pacientes conscientes de a dónde van, y que sufran cómo pudimos comprobar en algún familiar que no quería por nada en el mundo estar allí. Su decisión de abandonar todo tratamiento, mientras ellos se ven con fuerzas de intentarlo, repercute en su familia cómo nadie sabe; llegan a considerarse culpables de consentir que su ser querido solo le quede la espera de lo irremediable, se ven impotentes ante tanta insensibilidad que rodea la costumbre en nuestros profesionales.

Algo habrá que hacer para que cuando un enfermo, tenga la enfermedad que tenga, y que él y sus familiares quieran seguir luchando por su vida, que nadie ajeno pueda, por muy profesional que fuera decidir por él y dejar de luchar por su vida. ¿Acaso no vieron casi milagros en su vida? Si después de todo, nada se puede, eso queda del buen hacer de profesionales y familiares.

No puede dejarse la vida de nadie en manos de insensibles y entregados a protocolos fríos cómo la muerte misma, por muy profesionales que se crean.

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