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¿Y qué ha pasado en el 2016?

2 de Enero del 2017 - Justo Roldán (Oviedo)

Parece que lo más común al entrar en un año nuevo, es el plantearse propósitos que unos son de carácter particular y otros más generales, y que el año que nos precedió no hemos logrado, o la experiencia nos aconseja no seguir con ellos. ¡Está bien!, yo también soy uno de ellos, y así lo primero en mi caso, es terminar los que me han quedado del año anterior. Y para ello, no queda otra, que la de hacer un somero repaso, de lo acaecido de enero a diciembre.

Claro es, que analizando lo personal, también se cuela inevitablemente lo general; pero no dejan de ser dos cosas distintas, aunque en alguna ocasión, lo general influya sobre lo personal. Así, sin irnos a la hemeroteca, sin Internet, sin ningún otro medio que nos distraiga; solos y con la mirada perdida, empezamos a rebobinar con el uno fin, de poder ver con la mayor exactitud posible y lo mas que podamos, aquello que no ha ocurrido en los 365 días que terminan de pasar a la historia (a la nuestra, y a la de los demás).

En mi reflexión personal, he destacado en lo general, la alta crispación que en lo político, se ha caracterizado el 2016; y que como consecuencia de ello fue, la radicalizad con la que una gran parte, se ha expresado en las diferentes situaciones que se dan, en relación con los demás. Ha sido el año pasado, un año de una excesiva crispación, que a veces ha sido provocada, y otra alentada por quienes tienen como único interés, alcanzar las mayores cuotas de poder que les sea posible como grupo. De tal modo, que quienes se han dedicado a caldear el ambiente, han podido encontrar en la sociedad, un buen agente conductor, dada la situación económica que se lleva atravesando desde el 2008 y antes.

La manipulación de los más débiles, y de los más vulnerables, ha sido una constante durante doce meses. Pero terminado el año, no se ha visto ninguna seguridad, más allá de la que pudiera existir, que hayan podido adquirir los débiles y los vulnerables.

Un año, que en si no es nada, si nos referimos al conjunto de la sociedad, si lo es, en cuanto lo aplicamos a la edad de las personas. Un año es mucho, cuando se tiene cierta edad, y puede ser algo menos, cuando se es más joven; pero en cada uno de los casos, es un tiempo considerable en el devenir humano. Por eso, no es bueno tratar de conducir a toda una sociedad, en una dirección errónea. Como no es aconsejable, tratar de imponer una nueva cultura, pretendiendo romper con la adquirida tras XXI siglos. Ni muchos menos, sacar del baúl de la historia, aquellos comportamientos éticos y morales, que ya han sido superados por quienes nos han precedido. No olvidemos a este tenor, que este año que se fue, se ha caracterizado también, por un repunte contra la libertad de conciencia. Contra las creencias de la mayoría de los españoles. Así, hoy se puede seguir afirmando: ese Niño nacido en Belén, aún hoy, sigue buscando una posada

Cuando se van cumpliendo años, se van cumpliendo también aquellas predicciones positivas o negativas, que hemos recibido de nuestros padres, abuelos bisabuelos etc., haciendo real y actual, el dicho de que al final es el tiempo, el que da y quita razones. No caigamos en este nuevo año que se nos presenta impoluto, en los mismos errores que hemos cometido en el pasado. Quedémonos con lo bueno, con lo positivo -que lo hubo- . Veamos el 2017, con esperanza, y con ilusión, que es todo lo contrario de la suerte, y del ilusionismo. Salgamos de este aburguesamiento en el que no están metiendo. Seamos nosotros los protagonistas de nuestros destinos, y no aceptemos los destinos que otros, pretenden imponernos. No cedamos, en aquello en lo que creemos; no demos ni un paso atrás, si ese corto trayecto significa romper con lo que somos. Defendamos lo que nuestros antepasados han defendido, con sudor, sangre y demasiadas lágrimas. ¿De quién nos vamos a fiar, si no es de nuestra familia? ¿Qué padre o que madre, da un mal consejo a sus hijos; o no le acoge con sus errores y con sus defectos?

Por eso el 2016, ha sido todo un reto para la familia, que ha tenido - y continua - defendiéndose de aquellos que la ven, solo como el lugar de opresión paternal. Han intentado y seguirán, porque nada es nuevo, tratando de terminar con su esencia. Pues la genética, también les ha enseñado que manipulando la célula familiar, se altera la familia en sí. De ese modo; el hombre pasa del vinculo familiar, a la solidaridad del Estado, donde jamás, se vivirá igual y se morirá igual, que dentro del calor familiar que da un hogar.

Ha sido el 2016, todo un reto para la familia, que ha tenido - y continua - defendiéndose de aquellos que la ven, solo como el lugar de de opresión paternal. Han intentado y seguirán, porque nada es nuevo, tratando de terminar con su esencia. Pues la genética, también les ha enseñado que manipulando la célula familiar, se manipula la familia en sí. De ese modo el hombre pasa del vinculo familiar, a la solidaridad del Estado, donde jamás, se vivirá igual y se morirá igual, que dentro del calor familiar que da un hogar.

Empecemos de nuevo. Volvamos a empezar ¡no pasa nada!.. Es la lucha diaria del ser humano, que tiene su grandeza, no en sus miserias, si no en saber enfrentarse a ellas. Reconocer con humildad, que somos humanos, y que como tales, somos capaces de todo lo peor, Pero también de todo lo mejor. Y que nadie tenga duda, al final el BIEN GANA.

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