Un PP socialdemócrata
A las encuestas, como a las cuestas, es muy difícil acceder; unas porque son inteligibles y las otras porque cuesta mucho subirlas. Y ya no digamos las últimas, que auguran un ascenso de los populares y un descenso de los socialistas. Los últimos, es decir el PSOE, parece lógico que, dado el galimatías que hay formado, cualquier estudio de opinión no les depare nada positivo. Pero no es en los socialistas en quienes quiero fijarme, sino en el partido de Mariano Rajoy.
¿Que las encuestan más recientes le dan un aumento de intención de voto? Bien, ¿y? ¿No serán tan ilusos como para creérselo, no? Pueden admitir que en el país de los ciegos, el tuerto, obviamente, sea el que más ve; pero a partir de ahí, ¡ni un volador más! Hoy el PP es el tuerto, en el país donde la ceguera es una constante. Pero que no se despisten los de Génova, que esta ceguera es sólo producto de unas cataratas, que obviamente son fácilmente corregibles.
El Partido Popular está viviendo unos años de una engañosa situación de privilegio, que lo es más por el demérito ajeno que por el mérito propio. Tal es así que todas estas encuestas me da que se las están creyendo. Y así, admitiéndolas como buenas, creen que su cambio de rumbo en la forma de hacer política les está siendo rentable. Y por esa errática creencia se encaran a un congreso con un partido totalmente escorado hacia la socialdemocracia, abandonando sus orígenes y con un tufo a progresismo que nada tiene que ver con aquel PP que ganó las primeras elecciones.
Esta nueva forma de hacer política sin estilo propio y con un tic un tanto anglosajón, como de estilo nórdico, dejará a grandes sectores de la sociedad española en una situación donde en conciencia sólo nos quedará -y me incluyo- optar por el mal menor -como hasta ahora- o por la abstención, pues de la ideología de aquel Partido Popular no queda absolutamente nada. Mariano Rajoy se encargó de dar al partido un giro de 180 grados con el que a duras penas gana elecciones y de ahí que empiecen a gobernar con una minoría, que aun siendo la mayoritaria, no les queda más remedio que ceder lo poco que aún pudiera quedar de sentido común dentro del partido. Eso sí, es mi apreciación, la de que esta nueva situación a la que se ve abocado el Gobierno no le hace ascos a los socialdemócratas que don Mariano ha situado a la cabeza, pues cualquiera de ellos y cualquiera de sus ministros pudieran serlo de cualquier grupo del arco parlamentario actual. Digo bien, y sé lo que me digo, pues hoy en el PP hay desde separatistas hasta comunistas. De lo que ya no queda es de conservadores, ni de centristas. A estos se los ha cargado Rajoy y los rematará en el próximo congreso. ¡Al tiempo!
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