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El final de una guerra en el concejo de Aller

6 de Febrero del 2017 - Joaquín Fernández Alonso (Oviedo)

El pasado domingo, día 11 de diciembre, LA NUEVA ESPAÑA publicó un artículo titulado "La Guerra Civil duró un mes más en Aller que en el resto de Asturias". Tras la lectura del mismo, no deja de sorprender la osadía de aquellos que tratan de insultar la memoria de otros que también fueron víctimas de aquel conflicto, concretamente los perseguidos por las autoridades republicanas en el valle de Aller. Aunque la mayor parte de los actores de aquel drama han desaparecido, muchos de sus familiares aún están vivos. Estos conocen de primera mano cómo sus seres queridos hubieron de padecer una persecución implacable. Los recuerdos, aunque difuminados por el paso implacable del tiempo, quedan corroborados con un amplio fondo documental generado por ambos bandos en conflicto.

En el citado artículo, se apunta que el Ejército Popular llevó a cabo en el concejo de Aller una resistencia "heroica", comparándola incluso con la defensa que se hizo en Filipinas de la posición de Baler. El "Leónidas" artífice de esta hazaña fue el comunista Silvino Morán Fueyo. Durante los últimos años, algunos han tratado de "recuperar la memoria" de este individuo. Para ello se han dedicado a hacer apología de un auténtico asesino, ensalzando su más que cuestionable capacidad militar, e incluso hay quienes no han tenido ningún reparo en justificar los actos criminales en los que participó.

En el haber de este "gran" personaje y en el de las fuerzas a sus órdenes, hablamos del Batallón de Infantería número 241, figuran, entre otros "actos heroicos", el asesinato a sangre fría de hombres, mujeres y niños, la extorsión, el secuestro y la destrucción injustificada de bienes públicos y privados, además del saqueo sistemático de caudales y haciendas.

La represión republicana en Aller alcanzó unos niveles de dureza y crueldad difíciles de hallar en otras comarcas del Principado, mucho más, teniendo en cuenta que sus pueblos no tuvieron que sufrir los rigores de hallarse en primera línea de un frente de combate. En los quince meses que duró la Guerra Civil en Asturias, el número de víctimas en el concejo alcanzó una cifra que oscila entre los 190 señalados en la Causa General y los 207 incluidos en un informe local. El motivo de tal ensañamiento quizá pudiera hallarse en la importante representación que, por aquel entonces, tenían en Aller diversas asociaciones católicas, tales como sindicatos, agrupaciones juveniles y grupos de oración, manifestación evidente de lo arraigada que estaba la fe cristiana entre sus vecinos. También es preciso referir que la mayor parte de las víctimas fue gente de origen y condición muy humilde, dedicada a obtener su sustento y el de sus familias en la dura vida de la mina y del campo.

Un número considerable de los asesinatos provocados por la represión republicana en el concejo de Aller fue protagonizado por Silvino Morán Fueyo y el Batallón de Infantería número 241. Esta unidad del Ejército Popular se dedicó con frecuencia a practicar labores de "limpieza" de la retaguardia. Sería imposible hacer aquí y ahora una reseña de todos los crímenes en los que intervinieron, por ello nos limitaremos a citar tres, más que significativos:

1) El martirio de un sacerdote y dos mineros, llevados al sacrificio en Nembra el 21 de octubre de 1936, de igual modo que se hace con los animales un día de matanza. Estos fueron beatificados el 8 de octubre del presente año, en la Catedral de Oviedo. Los autores materiales, a los pocos días de perpetrar el brutal crimen, se alistaban en la Compañía de Ametralladores del Batallón "Silvino Morán".

2) La explosión del Fielato de Riofrío, ocurrida el 15 de julio de 1937 en San Isidro, donde perecieron 28 prisioneros detenidos por orden del teniente alcalde del Ayuntamiento de Aller y que habían sido llevados allí a realizar trabajos forzados. Se encargaban de la custodia de estos hombres fuerzas del Batallón 241. Actualmente, hay quien se atreve a afirmar, entre burlas y chanzas, sin ninguna clase de respeto o consideración hacia las víctimas, que lo ocurrido fue una fatalidad derivada de la "negligencia de los fallecidos". Esto es, no sólo pretenden convencernos de que los vigilantes dejaron a los prisioneros a cargo de sustancias explosivas, sino que, además, estos les prendieron fuego de manera accidental. Por casualidades de la vida, ninguno de los centinelas a quienes se había confiado la custodia de los presos resultó muerto en la explosión...

3) El asesinato de siete miembros de una misma familia de Piñeres, entre los que se incluían una niña de 3 años, Inmaculada, y otro niño de 5, Jesús, además de cuatro mujeres (Elena, Sagrario, Rosa y Josefa, la primera de ellas de tan sólo 17 años de edad) y de un anciano, Antonio. Esta humilde familia fue sacada de la paz de su hogar el 21 de octubre de 1937, trasladada en un vehículo hasta Collanzo y asesinada sin piedad en Santibáñez. En un acto de supremo sadismo, fueron muertos a cuchilladas y rematados a tiros. Entre los implicados en la matanza figuran, una vez más, varios soldados del Batallón 241. Es preciso señalar que aquel día se derrumbaba el frente de Asturias. Nadie en su sano juicio puede considerar que ésta sea una acción militar digna de consideración, ni mucho menos que sea festejada, como algunos han pretendido.

La liberación del concejo de Aller tuvo lugar el 23 de octubre de 1936 y fue llevada a cabo por dos columnas que, procedentes del Norte y el Sur, convergieron sobre Cabañaquinta. Desde San Isidro, fuerzas de la Columna Sagardía emprendieron el descenso del puerto, hallando totalmente destruida una serie de tramos de la carretera que conduce a Felechosa. Es por ello que la esta Columna hubo de realizar el trayecto a pie, al tiempo que los vehículos hubieron de acceder al Principado por el puerto de Pajares, incorporándose a su agrupación en Moreda. Aquel mismo día, 23 de octubre, otras fuerzas del Ejército Nacional accedían al valle de Aller, pero en esta ocasión por el Norte. Al caer la noche, dos Compañías de fusiles y una sección de ametralladoras de la Tercera Bandera de la Legión salían de Mieres y ocupaban en las horas siguientes Moreda y Cabañaquinta, regresando al punto de partida dos días más tarde. No parece que la actividad bélica del Batallón "Silvino Morán" fuese frenética, ni mucho menos que la defensa fuese épica. Basta señalar que entre las fuerzas del tercio no se produjo, durante aquellos tres días de operaciones, ninguna baja en acción de guerra.

Nadie puede dudar que muchos de los que vivieron aquellos dramáticos días se comportaron con valor, honradez y justicia. Estos ejemplos y no otros son los que debiéramos preservar, recordar y nunca olvidar. Pero lo que en ningún caso es valiente, ni honrado, ni justo es tratar de distraer nuestra atención situando en un plano de igualdad a víctimas y verdugos, disfrazando a auténticos lobos con pieles de cordero.

Nunca dejará de sorprendernos esta caterva de apologistas (más bien apolo... jetas) de la violencia y del terror, embarcados en un crucero de desmemoriados sin rumbo que buscan, hoy igual que ayer, aprovecharse del sufrimiento humano y de sus debilidades para manipular a los bienintencionados, a los generosos, a los justos.

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