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Restallones, balas de corcho y gritar: el remedio contra osos

11 de Enero del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

No se engañen, detrás de todo esto, están intereses de personas y fundaciones que viven a costa de complicarles la vida a los vecinos de los pueblos y también a todos los demás, ya que cualquiera puede encontrarse con una fiera de esas en un día de asueto por el campo y, aún peor, encontrarlos atravesando las autovías y autopistas, causando (como así vemos con mucha asiduidad) accidentes, que hasta que no sean mortales, nadie pondrá remedio. En éste caso hablo de jabalíes, pero podríamos hablar del lobo, donde vecinos dicen que cualquier día los encontraran dentro de la cuadra comiéndose su ganado.

La dejadez de la administración en este tema es de juzgado de guardia, proliferan manadas de jabalíes y jaurías de lobos que campan a sus anchas causando estragos, miedos y perdidas tremendas entre los ganaderos, agricultores, vecinos de los pueblos y a todos los que circulan por donde ellos pasan sin respetar una sola señal de tráfico.

Pero estamos con el oso, y esto es serio de verdad. Un oso de un zarpazo destroza una persona, de un bocado se como medio niño, suelen estar en zonas del mundo amplias para ellos, donde tienen pastos, frutos, peces y animales para aprovisionarse a sí mismos sin molestar a la población que vive tranquila a sabiendas que el oso teme al humano, aunque hay estados donde tienen estudiado aniquilarlos, porque ya van demasiadas muertes de personas causadas por estos animalitos que aquí los consideramos ositos amorosos.

¿Cómo interpretan que un animalito de esos, mate, se coma tus ovejas, perro y demás y no puedas ir a defenderles, solo esperar a que esa fiera se vaya por hastío? No puedes ir a defenderles, porque lo que aconsejan es silbarles, pistola de restallones, petardos y gritarle mucho ¡Miren! Además de ineptos, son ridículos todos ustedes. Un vecino, niño, mujer o mayor, se encuentra en medio del camino en una curva a una osa con dos crías ¿Qué hace? Lo que dicen ustedes: cantarle una serenata, gritarle para asustarle, tirarle petardos ¡No me sean irrisorios! Un vecino de la zona que tiene que madrugar para atender su ganado en el monte o cerca de él, ¿debe ir con silbato por si acaso? ¿Le aconsejarían desatender su modo vida y quedarse en el sofá hasta después de las doce? O quizás él, por su cuenta, ya que ustedes le suelta los leones (osos) bien pudiera usar utensilios reglamentarios en defensa propia. No estoy diciendo nada que ustedes no sospechen que ocurre, tienen, creo todo el derecho a defenderse a sí mismos, si ustedes no lo hacen por ellos. Nadie debe matar un animal protegido, pero cuando es en defensa propia ¿a ver quien es el valiente que le juzga? O sea, puedes defenderte de personas, pero de animales salvajes ¡no! De nuevo ¡de risa todo! Lo cual, podemos ignorar todo y jugar en casa a ser animalistas y defensores de fauna y flora, dejando a las familias abandonadas a su suerte. ¡Dios les pedirá cuentas! Por prevalecer un día de prismáticos con sus retoños, a salvaguardar la tranquilidad de familias enteras que viven del campo en esa zona que ustedes quieren sembrar de bestias y quitarles su medio de supervivencia.

Ya son demasiadas voces enrabietadas y cargadas de miedo por la falta de respeto de esta administración hacia la vida en las aldeas y pueblos. Uno ve, como el oso delante de ellos le dejan pelados manzanos, cerezos y árboles frutales, se pasean delante del coche por la carretera como diciendo: pósate, sílbame y grítame que si no me espanta el claxon, lo va hacer tu boquita. ¡Ridículos, señores de la administración! Esperan a que algo irremediable pase, para tomar medidas. ¿Qué necesidad había de traer esas enormes bestias a una comunidad donde el monte más alejado y elevado, se encuentra a media hora de camino de esas bestias con villas y ciudades llenas de niños y gente? Y de los pueblos, a un abrir de boca.

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