Triquiñuelas comerciales
Aunque trates de evitar caer bajo las garras de la tentación publicitaria procurando no adquirir productos que anuncian premios en metálico o especies, pues éstos son costeados por el consumidor al efectuar la compra, si no adoptas una cansina y limitadora posición fundamentalista, en ocasiones tienes que sucumbir y financiar los sorteos impuestos por las marcas comerciales. Pero, ¿y qué ocurre cuando hay trampa?
Compro los caramelos que me gustan y, tras leer que existe la posibilidad de ganar premios (entradas de cine, cámaras digitales y coches) al rascar la banda que hay en la caja, procedo al acto y, ¡sorpresa!, en letras mayúsculas indica que he sido agraciado. ¡Qué bien! si no fuera porque, un poco más abajo y en minúsculo tamaño, hay un mensaje que dice: válido hasta el 31/07/09. O sea, en diciembre continúan vendiendo artículos que ofrecen obsequios imposibles. ¿Por qué se autorizan o permiten semejantes triquiñuelas comerciales? Esta información no debería estar oculta ni tener dimensiones tan reducidas.
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