El soterramiento de Langreo
Recién iniciado el año 2017, ocho después de que comenzasen las obras, el soterramiento de Feve (ahora Renfe ancho métrico) en Langreo continúa siendo una incógnita en lo que hace a su finalización, y yo diría que también en lo referente a su posterior puesta en funcionamiento, a tenor del desgraciado antecedente gijonés del metrotrén y su añadido de no enajenación de las parcelas liberadas del denominado "Solarón", con las que se pretendía financiar en todo o en parte su inversión.
¿Podrá repetirse la historia en Langreo? Pues, sinceramente, pienso que no se puede descartar esa posibilidad a la vista tanto de las numerosas inversiones en obras públicas mal planificadas como de los antecedentes de infraestructuras ferroviarias construidas en España que nunca han sido utilizadas (como indicaba en mi artículo del pasado 15 de agosto en este mismo diario), con los consiguientes despilfarros y equivocados destinos para los dineros públicos empleados en ellas, que en el caso del soterramiento de Langreo y sus actuaciones asociadas ascienden ya a la cifra de 70 millones de euros o, lo que es lo mismo, 11.647 millones de extintas pesetas. O si lo prefieren, a razón de más de 53.000 euros de coste por metro lineal de túnel. Y aún faltan, por lo menos, otro 30 millones de euros para completar el equipamiento, que cada vez despierta más recelos, temores y nebulosas en cuanto a su puesta en servicio. Por si fuera poco, la aplicación de fondos para ello no se encuentra presupuestada ni comprometida por ninguna administración o ente público.
¿Puede considerarse admisible o, cuando menos, no censurable tamaña inversión en función de los retornos que aporte a la economía asturiana y su rentabilidad social? Es una cuestión como mínimo discutible, sobre todo en estos momentos en los que tanto la viabilidad como el estado de las infraestructuras de la red de cercanías de ancho métrico de Asturias es objeto de debate por su lamentable estado de conservación, por las necesidades de inversión en mantenimiento ya preventivo y correctivo, y –en fin– por su mejorable explotación, conjunto de circunstancias que alimentaban la progresiva disminución de viajeros.
En mi opinión, nos encontramos ante una (otra más) inversión pública indebidamente planificada, mal realizada (por sus retrasos y sobrecostes), y de dudosa prioridad dentro del conjunto de obras públicas de todo tipo que necesita Asturias.
En el fondo, lo que subyace es la necesidad de una revisión del método para la toma de decisiones de esta índole que contenga más rigor en sus estudios, justificaciones, trazabilidad, sostenibilidad y rentabilidad tanto económica como social, y menos ligereza, tintes políticos y electoralistas, de manera que los criterios técnicos no se vean minimizados pro los criterios políticos. No olvidemos, a modo de ejemplo, que la autopista del Cantábrico discurre en una parte de su trazado por una zona no recomendable técnicamente por sus altas densidades y frecuencia de nieblas, y desviándose de su recorrido natural debido a las presiones de un político que deseaba que pasase por su pueblo.
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