Morires

13 de Enero del 2017 - Fernando Martínez Álvarez (Grado)

Si se tiene en cuenta el tiempo transcurrido desde que la ciencia admite que el hombre es hombre sabio, (Homo sapiens vamos, con lo que ello significa en cuanto a poseer una mente autoconsciente, capaz de funciones superiores y con poder para la abstracción), llevamos aquí unos 28000 años viviendo y muriéndonos.

En general, todos preferimos no hablar de la muerte, no acordarnos de ella para nada, sin embargo enfrentados al hecho inevitable de morir podemos mirarlo desde diferentes puntos de vista:

Si la muerte es natural o provocada, (por accidente, suicidio, guerra). Si tiene una causa física propia, (enfermedad, accidente, degeneración física producida por la vejez...). Si aparte de esa misma causa física tiene un hecho motivador, (la condena de un Tribunal, intereses en posesiones, machismo, celos...).

Los distintos métodos por los que pueda llegar ese final de la vida: el degollamiento, (el capitán del Beagle Robert Fitz-Roy se degolló a sí mismo), la decapitación, (un método muy expeditivo si tu verdugo es habilidoso y no como el de Maria Estuardo, que hubo de hacer tres intentos hasta conseguirlo), la guillotina, (sistema rápido, se supone que indoloro y con innegables características de tratamiento industrial de los condenados), asfixia, (por humo, gas o estrangulamiento), ahogamiento, (atmosférico o subacuático), fuego (en un incendio o en la hoguera de otras épocas: Savonarola, Giordano Bruno o Miguel Servet no han podido contarnos la pupa que hace el fuego), hipotermia, (marina, montañera o fruto de cualquier invierno crudo de Rusia o los Balcanes),

En cuanto a la clasificación objetiva en lo tocante al grado de dolor que comporta para el sufriente cada uno de esos tipos de expiraciones fatales habremos de fiarnos de los informes médicos sobre el particular, o tal vez hacer un ejercicio de introspección para una suerte de vivencia mental suicida. En fin, ponernos a nosotros mismos, con el pensamiento, en el pellejo del que va a morir tratando de imaginar así cuál pueda ser la intensidad del dolor de cada terrible acabamiento.

Antoine Lavoisier, el padre de la química, dijo con admirable dignidad y tranquilidad de ánimo, antes de que lo llevaran a la guillotina, que aceptaba esa muerte pues había vivido una vida larga, (tenía cincuenta y uno), y feliz; y que de esa manera lograría eludir los sufrimientos de la vejez.

Yo, la verdad, puesto a escoger, me pediría durmiendo.

Cartas

Número de cartas: 45901

Número de cartas en Septiembre: 5

Tribunas

Número de tribunas: 2079

Número de tribunas en Septiembre: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador