La Gestora
Han transcurrido ya más de tres meses desde que se produjo el golpe de estado en el seno del PSOE al que muy acertadamente calificó Josep Borrell como chusquero porque tanto en su ejecución como en las declaraciones de sus actores, la frivolidad y la zafiedad brillaron con luz propia (¿recuerdan aquella diminuta diputada, vociferando aquello le pese a quien le pese la única autoridad del PSOE, soy yo?).
A partir de entonces se nombró una Gestora cuya composición no aseguraba precisamente la neutralidad y la distancia exigible para preparar un Congreso Extraordinario que devuelva al PSOE a la escena política y a la toma de decisiones legitimadas en un congreso por sus militantes.
La mayor parte de sus miembros son seguidores de la líder andaluza Susana Díaz y su portavoz es persona de absoluta confianza de la misma, su presidente pretende mantener la neutralidad, pero se le nota demasiado el papel que pactó jugar con los golpistas: la preparación de un congreso a la medida de Susana Díaz. Para ello contaría con dos herramientas fundamentales: el tiempo (que supuestamente todo lo cura) y el coro de barones, como si de una tragedia griega se tratara (especialmente Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón y por supuesto Andalucía) quienes estratégicamente cantan las virtudes de la lideresa del Sur.
Nunca, en la más que centenaria historia del PSOE ha ocurrido un hecho de estas dimensiones, que afecta a su democracia interna. Han existido crisis de diferente calado tanto en la época de la República, como en la clandestinidad, pero éstas siempre han tenido una base ideológica y se han sustanciado en el terreno de las ideas. Esta vez no.
No es verdad, como se ha dicho en estos días, que el antecedente más parecido lo podemos encontrar en la dimisión de Joaquín Almunia como secretario General en el año 2.000, tras perder las elecciones y en las que el PP logro la mayoría absoluta, dejando el PSOE en manos de una gestora presidida por Manuel Chaves, la cual organizó el XXXV Congreso en el que José Luís Rodríguez Zapatero fue elegido Secretario General.
La Gestora que se nombró en 1979, tras la dimisión de Felipe González al no prosperar su propuesta, en el seno del Comité Federal, de abandonar el marxismo y convertir al PSOE en un partido socialdemócrata, fue la crisis más profunda del PSOE, desde su nacimiento (en mi opinión, mucho más que la actual) porque afectaba al terreno de las ideas. Abandonar el marxismo después de 100 años de beber de sus fuentes fue todo un cisma dentro de la Organización, por ello el debate fue intenso, duro, enriquecedor y, en mi modesta opinión, necesario.
Todo parecido con lo que hoy ocurre en el actual PSOE es pura coincidencia y produce mucha desazón. Entonces la batalla fue de las ideas, hoy es puro quítate tú para ponerme yo con el agravante de que los actores actuales producen grima. No recuerdo en la historia de éste más que centenario partido un nivel tan bajo, tan pobretan cutre. De ahí, lo de chusquero.
Tanto la Comisión Gestora del 79 como la del 2.000 hicieron su labor en tres meses. Nunca tomaron ninguna decisión de calado político, se limitaron a ejercer el mandato encomendado: la preparación de los respectivos congresos.
La actual gestora está tomando decisiones que no le corresponde y, por tanto, son ilegítimas (en la medida en que no están legitimadas por ningún órgano democrático que represente la voluntad de sus militantes) en lugar de dedicarse a preparar el congreso para dar la voz a los militantes. El haberse abstenido para permitir que gobierne Rajoy es ilegítimo, el apoyar descaradamente medidas del actual gobierno es ilegítimo. El cesar y nombrar cargos de responsabilidad política en los distintos niveles de responsabilidad es ilegítimo. Todo ello sólo le corresponde a la Comisión Ejecutiva Federal y a su Secretario General que en éste momento no existen.
La Comisión Gestora actual está actuando dictatorialmente, como brazo ejecutor emanado del golpe de estado chusquero del pasado mes de Octubre. El PSOE que salga del próximo congreso extraordinario será el más débil de su historia, continuará perdiendo votos y confianza. Probablemente no se hunda como el PASOK griego, pero ello será gracias a Manuel Pablo Iglesias Turrón que ha sido incapaz (por su narcisismo y frivolidad) de recoger todo ese caudal de indignación y desencanto de la mayoría de la población.
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