Mi madre y el cariño del Patronato San José
Cuando uno pierde a su madre resulta difícil encontrar argumentos para mitigar la pena. La ausencia es dura y cuesta asumir el golpe, pero la muerte es más llevadera si al llegar te recuerda que en ocasiones hay que darle gracias a la vida. Yo le doy las gracias porque mi madre, Rosario Alonso Gutiérrez, vivió hasta los 98 años a pleno rendimiento, con la cabeza siempre en su sitio y sin haber pisado un hospital hasta sus últimos días. Agradezco a la vida haberla visto sentirse orgullosa de sus dos hijos, que le haya permitido ser la mejor abuela para sus nietos y que le dejase tiempo para coger en brazos a sus tres bisnietas. Mi madre vivió una vida plena, la mejor que yo le hubiera deseado, y por eso es justo dar las gracias.
También quiero dárselas a todos los trabajadores del Patronato San José, la residencia de ancianos de La Felguera en la que vivía desde hacía cinco años. Para una persona como ella, acostumbrada a la independencia de su vivienda del grupo "La Concordia", no era fácil amoldarse a una cama extraña, pero el cariño y la profesionalidad de los integrantes de la plantilla hicieron que pronto se sintiese como en casa. En eso también colaboraron los voluntarios del Patronato, personas que emplean parte de su tiempo libre en ayudar a nuestros mayores sin exigir nada a cambio.
Seguro que a mi madre le hubiese gustado darles un abrazo de despedida a todos ellos y agradecerles el trato que le dieron durante los últimos años de su vida. Por eso, yo, en su nombre y en el de toda la familia, quiero dejarlo por escrito. Mi madre se fue el pasado 8 de enero con casi un siglo de vida a sus espaldas, pero deja en este mundo un recuerdo imborrable. Descansa en paz, mamá, te lo mereces.
Félix Vallina Alonso
Langreo
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