140 caracteres
Hace ya algunos años, cuando twitter empezó hacer furor entre los asiduos a las redes sociales, yo me encontraba todavía en activo dando clases en la Universidad de Salamanca. Mis compañeros profesores en su mayoría abrieron cuentas en ésta nueva herramienta de comunicación en red. Me pidieron que también yo debería hacerlo y así lo hice. Creo que mi cuenta no estuvo abierta más que un par de meses. Pronto me cansé y abandoné twitter.
Soy incapaz de reflejar mi pensamiento, de razonar sobre cualquier acontecimiento social, político, cultural...en 140 caracteres. Probablemente no sea más que mi torpeza la que me empujó a desistir de ésta herramienta, lo cierto es que siempre he huido de las simplificaciones de los titulares
Hay artículos o textos que me veo en la necesidad de leerlos dos o tres veces para poder captar lo que el autor quiere en realidad trasladarme. Muchos prefieren decir lo que quieren decir, entre líneas, otros dejan cierto margen a la interpretación del lector y, la mayoría, conscientes de que la vida y sus problemas no son en blanco y negro, sino que ésta viene cargada de matices, recorren ese riquísimo y variado colorido como lo hacían los pintores impresionistas, en busca de respuestas con algo de armonía.
La comunicación por twitter me entristece y peor aún el traslado por éste sistema de ideas y pensamientos. Esto es lo que se lleva ahora, conscientes todos que lo practican de la levedad de lo comunicado, nada dura más que un telediario. Lo dicho ésta mañana se queda obsoleto al atardecer, no hay margen para la reflexión y si la hay es para responder con otro twitter y poco más. Ahí termina el debate. Véase, si no el espectáculo que vienen dando Manuel Pablo Iglesias Turrón e Íñigo Errejón sobre el futuro de Podemos.
Si ya de por sí, en mi opinión, ello representa un empobrecimiento cultural y social, en lo político adquiere dimensiones dramáticas ya que nos adentramos en los terrenos de la post-verdad (post-truth) donde no interesan los contenidos ni la veracidad de lo lanzado a las redes sino la fuerza del titular que casi siempre responde a las vísceras del que está esperando el mensaje salvador, la respuesta esperada. Así se ganó el Brexit en Gran Bretaña, así se perdió el referéndum de la Paz en Colombia, así ganó las elecciones Donald Trump, así están subiendo como la espuma los partidos de extrema derecha en Europa. No es casualidad que dónde más cómodo se encuentra el nuevo inquilino de la Casa Blanca, sea precisamente en twitter. No hay otro mandatario en el mundo que utilice más que Trump ésta herramienta de comunicación. Su ignorancia en política exterior, su desconocimiento de los delicados equilibrios que hay que saber manejar con China, Rusia, Unión Europea, mundo Árabe, conflicto Israelí/Palestinano se pueden despachar con un twitter.
La Unión Europea se ha visto obligada a crea una unidad exclusivamente dedicada a combatir y paliar los efectos de los millares de twitter con mensajes falsos que inundan las redes en Europa, la mayoría de ellos creados en los alrededores del Kremlin para influir en los procesos electorales, tras las denuncias señaladas por los servicios secretos norteamericanos durante la pasada campaña electoral norteamericana.
El pasado 10 de Enero murió el sociólogo Zygmunt Bauman. Consciente de lo que se avecinaba nos dejó un magnífico pero preocupante análisis en su libro La Modernidad Líquida: La metáfora de la liquidez propuesta por el sociólogo judío de origen polaco intenta también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones. El amor se hace flotante, sin
responsabilidad hacia el otro, se reduce al vínculo sin rostro que ofrece la Web. Surfeamos en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante, incierta y cada vez más imprevisible, es la decadencia del Estado del Bienestar. La modernidad líquida es un tiempo sin certezas y, por tanto, terreno abonado para los populismos, en especial los de extrema derecha, de ahí su éxito. ¿Alguien imagina a Donald Trump con un discurso sólido, elaborado, esperanzador...? La respuesta el día 20 de Enero.
Bauman tuvo tiempo antes de morir de reflexionar y opinar sobre lo que ocurría también en España: El 15-M es emocional, le falta pensamiento
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