La gesta de los antifascistas y la moda retro
Hace unos días, durante un acto cultural, en el Aula Magna de la Universidad y en un ambiente de escritores y lectores, uno de los políticos del Ayuntamiento –que, por otra parte, me cae bien como persona y le demuestro simpatía– aprovechó la entrega de un premio para hablar de Dolores Medio, como persona “perseguida y represaliada por los fascistas”.
Aquello me pareció fuera de lugar, como fuera de lugar me parecen muchos gestos de ideologismo gastado que se llevan a cabo en esta última temporada en tripartitos y cuatripartitos. Tienen como base, según mi entender, una actitud de revancha de cosas que ocurrieron hace ya ochenta años, tras la Guerra Civil. Cosas que no hay que olvidar, pero que tampoco tenemos que perpetuar, para mantener abiertas las heridas. En la Guerra Civil se hicieron muchas barbaridades, por parte de todos los bandos. Está claro. Hay que tenerlo en cuenta, para prevenir que vuelva a ocurrir y para construir el futuro con las raíces del pasado, pero tratar de perpetuarlo, no conduce a nada positivo.
Ya han pasado casi tres generaciones desde la posguerra y no vamos a estar a todas horas desenterrando agravios; entre otras cosas, porque si entramos en esa dinámica, víctimas somos todos. La memoria histórica de algunos es una moda retro, y podría ser anécdota para una fiesta con baile de disfraces o valerle a un nostálgico para decorar su casa; pero lo retro va para atrás y de lo que se trata es de que nuestra sociedad vaya adelante.
En esta línea, si no hubiese acuerdo, la plaza de la Gesta se podría seguir llamando la Gesta; para unos recordaría aquella gesta heroica, histórica (1936-37); para otros quedaría como la gesta de su nueva batalla antifascista (2016-?).
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