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La energía eléctrica en España

20 de Enero del 2017 - Justo Roldán (Oviedo)

Estos días y la próxima semana en el Congreso se seguirá hablando de la subida energética, con la presencia del ministro de Energía y, más concretamente, sobre la electricidad en todos sus usos, domestica e industrial.

Da la impresión de que hasta ahora el precio que el usuario está pagando por el mínimo eléctrico es el justo, o si se quiere el más económico que nos podemos permitir como país.

Que sea ahora, cuando se anuncia una subida, el momento para pedir explicaciones de sus causas y motivos, no puede esconder la realidad. Y esta nos demuestra la mala política energética que se lleva aplicando en España, fruto de acuerdos entre partidos, subvenciones y déficit tarifarios que se adquieren con las compañías distribuidoras, y que al final es el erario público el que debe de asumir el desfase entre su costo real, y el que se aplica al usuario final.

A partir de los años 60 del siglo pasado España fue quedando a la cola de los países industrializados en procurarse una menor dependencia energética de terceros países, una evidencia que fue en aumento en la medida que los países más avanzados fueron explorando fuentes energéticas alternativas al carbón, al gas y al petróleo, lo que contribuyo a sacar a toda nuestra industria del mercado competitivo, a favor de aquellos que en este tema hicieron los deberes.

Si ahora se encarece el precio de la luz seguro que existen razones técnicas y medioambientales para ello, pues la penuria de España para generarla es, como digo, un mal endémico.

Por otro lado, leo y oigo que se empieza a buscar culpables. Espero también poder leer y oír cuales son las alternativas, a una realidad a la que no podemos sustraernos. Y para ello soy de la opinión ya apuntada en el siglo pasado y perfectamente válido para este, a que se abra el debate al margen de ideologías partidistas o de rancios ecologismos, de retomar la energía nuclear, como una de las fuentes de energía; pues el precio de los ideólogos, lo llevamos pagando ya demasiados años y con creces, desde que los ecologistas no escépticos (todo lo contrario de lo que yo soy), hicieron su aparición en la esfera política. No hay que olvidar, que primero fueron los partidos de izquierda y sus radicales - incluidos los violentos- los que se oponen -y se opusieron- en contra de las Centrales Nucleares. Un claro exponente de lo que afirmo fue el fin de la Central Nuclear de Lemoniz, donde actuó la banda terrorista de ETA, asesinando a dos de sus trabajadores, y logrando la paralización de la misma, su derribo, y el éxodo de muchos vascos, fuera de su tierra, que de alguna manera tenían relación con su construcción. Esta fue una consecuencia, de aquel eslogan Nucleares no gracias.

¿Que se proponía como alternativa? Recordemos: si no me falla la memoria, uno era la energía eólica y otra el carbón. Este último, junto con la importación del gas argelino, para el que se construyo un gaseoducto, desde el país de origen, hasta el norte de España, serviría para abastecer a las centrales de ciclo combinado; y la eólica, por limpia, y de bajo coste (gracias a la subvención de Estado) la eléctrica. Así; en la misma línea, se colocaron miles de molinos por todo el territorio, a la vez que se fueron cerrando pozos, y minas de carbón, y se importaba de terceros países, en base a su bajo coste y mejor convulsión.

Conclusión: Ni los parques eólicos han solucionado nada. Ni las centrales de ciclo combinado o las presas hidráulicas (las mismas que en 1975) lograron abastecer un porcentaje significativo del consumo nacional. Si a esto le añadimos, los sobrecostes de su distribución, debidos en gran medida al ecologismo, que lograron parar cuando no retrasar la construcción de líneas necesarias para su distribución, el resultado no puede ser otro que el que tenemos.

Se puede echar la culpa a la compañías eléctricas, Se puede achacar al beneficio de estás. Se puede llegar al populismo de su nacionalización. Pero que nadie se olvide, que existen también unos responsables políticos: aquellos que por su bien, han dejado a España, fuera de la energía nuclear, que hoy abastece con un coste más que razonable, a la mayoría de los países más industrializados. Por eso, no se trata solo de que no se vuelva a encarecer el recibo de la luz (ni del gas, aunque alguno de los dos, no se libra) también de que se reduzca, de una vez para los usuarios el coste energético; eso sí para ello, hay que dejar las ideologías y el partidismo interesado a las puertas del Congreso.

Hoy como ayer, la energía nuclear es el futuro y el remedio a corto plazo. Lo demás, es pan y un mendrugo- para hoy, y más hambre, para mañana

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